domingo, septiembre 16, 2012

vladimir nabokov / el poema




  
El poema

No el poema crepuscular que compones pensando
en voz alta
con su tilo esbozado en tinta china
y cables de telégrafo sobre nubes rosáceas;

no el espejo que está en ti y el hombro de ella,
delicado y desnudo, brillando con luz tenue;
no el lírico chasquido de rimas de bolsillo…
la música menuda que da siempre la hora;

y no los pesos y monedas en esas pilas
de diarios vespertinos calados por la lluvia;
no los cacodaimones del dolor de la carne
ni las cosas que dices mucho mejor en prosa:

el poema que cae desde alturas ignotas…
cuando aguardas el chapoteo de la piedra
allá al fondo, y agarras como puedes la pluma,
y entonces sobreviene la conmoción, y entonces…

en la fronda sonora, las palabras-leopardo,
las aves avistadas, los insectos cual hojas,
se fusionan y forman un intenso, callado,
mimético diseño de perfecto sentido.



Trad. J. D.

El original, transcrito extrañamente en prosa, aquí.




Entre las librerías que visité en París este pasado mes de julio no podía faltar, por supuesto, la gran Shakespeare & Co.; no es la original de Sylvia Beach pero se le parece bastante y, por lo demás, está muy bien surtida y atendida por un puñado de libreros eficaces a los que no parece conmover el fetichismo algo pegajoso de sus visitantes.

Quizá el que más prefiero de los que compré aquel día es el volumen de Collected Poems (2012) de Vladimir Nabokov, poco más de doscientas páginas que reúnen todos los poemas de madurez de Nabokov: no sólo el contenido íntegro de la primera parte de Poems and Problems (1969) (es decir, los treinta y nueve poemas que el escritor tradujo del ruso al inglés y los catorce que escribió originalmente en inglés y que se publicaron por lo general en la mítica revista New Yorker), sino también poemas de la etapa americana que habían quedado inéditos y nuevos poemas «rusos» que su hijo Dmitri, auténtico experto en la obra de su padre, con quien colaboró estrechamente, ha ido traduciendo a lo largo de estos años. Todo un poco laberíntico, como se ve, pero nada que turbe la coherencia del conjunto, que lleva impreso en cada página el sello de Nabokov, esa rara mezcla de inteligencia, galanteo verbal y un afán de trascendencia que hace todo lo posible por jugar al despiste.

Hace unas semanas me entretuve traduciendo un par de poemas «americanos» del libro, labor compleja porque Nabokov escribe una poesía muy hecha, muy cocinada formalmente, con un gusto manifiesto por las rimas consonantes, los juegos de palabras y las frases enigmáticas que a veces me hace pensar en Auden, aunque el autor de Pálido fuego es más coqueto y a la vez más sentimental. De los dos, me gusta en especial este «El poema», publicado por primera vez el 10 de junio de 1944 en el New Yorker y que Nabokov recogió ya en su día en Poems and Problems. Es un metapoema, por decirlo en pedante, una poética que procede por eliminación, descartando posibles definiciones que siempre resultan insuficientes antes de postular una imagen final que parece la apoteosis del credo simbolista: el poema como cifra redonda, como música intensa de «perfecto sentido» que logra encarnar la vida y detener el tiempo. Sin embargo, esta idea aparece expresada con un lenguaje lleno de concreción, de frescura, por momentos incluso prosaico, como si Auden hubiera decidido musicar una letra de Paul Valéry: no en vano la idea de que «las cosas que dices mucho mejor en prosa» no son materia de la poesía es algo que habría suscrito cualquiera de los dos.

En español se pierden las rimas consonantes, pero he tratado de compensar esa pérdida con algunas asonancias y aliteraciones encargadas de tensar la malla del verso. Entiendo que Nabokov fue trilingüe (francés, inglés y ruso) desde muy niño, pero no deja de asombrarme que fuera capaz de escribir este poema en inglés cuando apenas llevaba cuatro años viviendo en Estados Unidos.

7 comentarios:

Álvaro Valverde dijo...

Precioso poema, Jordi, y preciosa traducción. Un abrazo, Álvaro

Jordi Doce dijo...

Gracias, Álvaro. Abrazo, J12

Aníbal Cristobo dijo...

Jordi, disculpa que te escriba aquí: ¿sería posible tener tu dirección de email o una dirección postal para enviarte unos libros? Acabo de lanzar una pequeña editora de poesía (www.kriller71ediciones.com) y me gustaría hacerte llegar nuestros dos primeros títulos. Muchas gracias,
Aníbal Cristobo.

Jordi Doce dijo...

Gracias, Aníbal. ¿Me dejas una dirección de e-mail (prometo no colgarla aquí) para que pueda responderte en privado? Saludos, J12

ÍndigoHorizonte dijo...

Ese. Ese. Seguro.

Bella crónica. Bello poema y bella traducción. Y de París y la librería que mencionas, ¿qué te voy a decir yo?


Abrazo.

Carmen dijo...

Con sorpresa leí este poema el 16 de septiembre. No sabía que Nabokov escribiera poesía.

Soy de releer y ahora con más motivo vuelvo aquí para reecontrarme con algunos poemas. Ahora que soy capaz de ponerle voz, mirada y gesto mientras lee, incluso cuando escucha...incluso cuando observa la grieta.

Fue todo un placer estar en Orive el martes.

Ahora seguiré su palabra escrita por aquí

Un saludo

Jordi Doce dijo...

Encantado de verte por aquí, Ícaro. Gracias por tus palabras. Lástima que no quisieras presentarte en Orive para charlar un poco, y lástima que sólo le dejaran leer cuatro poemas a Burnside: habría estado bien aprovechar su estancia para que leyera más poemas. Un saludo muy cordial, J12