viernes, agosto 31, 2012

filtro


A decir verdad, sólo deberíamos escribir cuando nuestra temperatura de ebullición coincide, milagrosamente, con la de congelamiento.

martes, agosto 28, 2012

ortega, burnside, nayagua



El poeta y crítico Antonio Ortega ha publicado en el último número de la revista Nayagua (el 17) esta modélica reseña de Conjeturas y esperanza, de John Burnside, en la que ensaya algo que agradezco profundamente como lector: establecer correspondencias y relaciones con otras poéticas, españolas o extranjeras. La referencia, por ejemplo, a los «espectros de Brocken» que Juan Carlos Suñén invoca en su último libro es algo que no se me habría pasado por la cabeza y que sin embargo, leído ahora, me parece de lo más sugerente.

El nuevo número de Nayagua –que salió a mediados de julio y que quizá, por aquello de que es verano, ha pasado un poco desapercibido– se puede leer íntegramente en la página web de la Fundación José Hierro, aquí. No os lo perdáis, porque no tiene desperdicio. Aunque echo de menos, qué remedio, los tiempos en que salía impresa en papel. El pdf es más ecológico/económico, pero no se puede abrir con las manos y eso, para un antiguo como yo, sigue siendo una limitación.

Par leer cada una de las cuatro páginas de la reseña, basta con pulsar sobre la imagen correspondiente (lo mejor es apretar el botón derecho del ratón y pedir que la imagen aparezca en una nueva pestaña del navegador).








domingo, agosto 26, 2012

words, words, words





Sí, sus palabras caen siempre de pie, pero no saben caminar.


Imposible encontrar el libro que buscaba. Llegó lejos.


Desde que repudió ciertas palabras es más feliz.


Una raza de acróbatas que por zancos llevara lápices.


Palabras y más palabras como filas de hormigas. Como te descuides, acabarás bajo tierra.


viernes, agosto 24, 2012

george gömöri / poema



 © Photospain

  
Hace unos días, en concreto el domingo pasado (19 de agosto), se celebró de nuevo el aniversario de la muerte de Federico García Lorca. Este año he tenido la fecha un poco más presente, si cabe, porque a finales de julio dediqué unos días a revisar mis papeles y entre los poemas que he traducido esta primavera hay uno, del poeta y traductor húngaro George Gömöri (1934), que llora justamente la muerte del poeta español. Un hermoso poema titulado «Camino del alba», en el que se rehace con la imaginación el camino que tomó García Lorca antes de ser ejecutado.

Los lectores conocemos a Gömöri sobre todo como traductor al inglés, junto al gran Clive Wilmer, de algunos nombres fundamentales de la poesía húngara contemporánea: Miklós Radnóti, que murió en 1944 camino de un campo de concentración nazi; János Pilinsky, a quien también tradujo Ted Hughes en los años setenta (y de quien di una pequeña muestra a comienzos de año); o György Petri, de origen judío, uno de los intelectuales más activos de la disidencia antisoviética. Hago hincapié en estos detalles porque el poema a García Lorca incluye una frase alemana –una frase terrible: Der springt noch auf– que Gömöri toma precisamente de un poema de Radnóti, uno de los poemas-postales que el húngaro escribió durante sus últimos días de vida y en el que relata con precisión de cirujano cómo soldados alemanes rematan a un compañero de marcha. La frase viene a decir algo así como «ese sigue moviéndose» y Gömöri la transfiere a tierras españolas para establecer un paralelismo simbólico entre las dos víctimas de la violencia fascista.

No sé húngaro, pero me he atrevido a traducir el poema porque la versión inglesa, traducida por Clive Wilmer y el propio Gömöri, es lo más parecido a la voluntad última del autor de que dispongo. Y porque las traducciones que ambos han realizado desde finales de los años setenta forman parte ya del sistema circulatorio de la poesía británica; toda una lección de verdad y exigencia y belleza austera que, al menos a mí, no deja de conmoverme.



Lorca, camino del alba

En el camino de Víznar a Alfacar
se levanta la Fuente de las Lágrimas
o Fuente Grande, como se llamaba en tiempos de los árabes…
No está muy lejos de Granada
pero cerca de las aguas del Leteo. Fue a este lugar
adonde el pelotón de fusilamiento, al alba, trajo a los prisioneros.
Federico, para su desgracia, sobrevivió a la primera descarga.
También aquí se oyó gritar en español Der springt noch auf
y unos cuantos cartuchos más se vaciaron sobre su cuerpo.
¿Una fosa común? No, pero sí compartida
con el maestro de la pata de palo y el torero
a quien nunca se vio en la iglesia y que más de una vez
ofendía a los curas de palabra.
Noches cegadoras, noches escurridas de sangre.
Cuando el sol de verano se elevó sobre Víznar
el cantor de romances había desaparecido de la tierra.



trad. J. D.
(a partir de la traducción inglesa de Clive Wilmer y el autor, George Gömöri)