lunes, marzo 30, 2009

ícaro / p. k. page


Este duro oficio

La cera se ha fundido
pero este sueño de volar
perdura.
Yo, Ícaro, varado
en mi carne,
albergo una sección brillante
donde un pájaro
noche tras noche
mientras duermo
a la luz de los astros
despliega sus dos alas espectrales
y ensaya.
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Trad. J.D.
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[Descubrí a P. K. Page hace unos ocho años, en uno de los congresos sobre literatura canadiense que organizaba Bernd Dietz. Una profesora amiga, Esther Sánchez-Pardo, dio una estupenda conferencia sobre su obra y, lo mejor de todo, repartió algunos de sus poemas entre la concurrencia. Éste era el más breve, rotundo y (lo reconozco) sencillo de traducir.
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Page es uno de los secretos mejor guardados de la poesía en lengua inglesa. Pintora, poeta y también esposa de diplomático, lo que le ha permitido viajar por medio mundo, nació en 1916 y por lo que sé sigue en activo. Todo un prodigio. Iré colgando más poemas suyos si consigo rematar los borradores que andan por mis carpetas desde aquel lejano congreso cordobés.]

viernes, marzo 27, 2009

moleskine 2

Aquel trozo de papel donde hace unos días garabateé unos versos. Por alguna razón, el poema final pareció perder parte de su gracia, hasta de su sentido, al pasarlo a limpio.

jueves, marzo 26, 2009

moleskine

Lo tengo comprobado. A pesar de su nombre prestigioso, de sus guardas de colores y su bonito marcador, este cuaderno hace en mí de pararrayos. Cuanto más cerca lo tengo menos cosas se me ocurren y menos apunto. Pero basta que ande perdido en el fondo de la bolsa o de un cajón ignoto para que surjan tres palabras chispeantes y no vea otro lugar donde apuntarlas que el recibo de la compra o el reverso de una entrada de cine. Un signo más, ni siquiera demasiado importante, de mi torpeza para las cuestiones prácticas.

miércoles, marzo 25, 2009

retirada

Silba una bala repentina y uno de los que marchaban con nosotros cae al suelo. Huimos en apretadas columnas y no hay tiempo para el lamento. Pasan cinco minutos y otra bala azarosa irrumpe en la formación. Algunos miran a su alrededor, acobardados, otros aceleran el paso, pero nadie sabe quién será la nueva víctima. Desde siempre hay abierto un largo y lento goteo de rezagados a los que nadie asiste o recoge, mientras persiste la esperanza de que su derrota sacie el hambre de nuestros atacantes.

martes, marzo 24, 2009

creeley / garcía lorca

Jonathan Mayhew me escribe para anunciarme el envío de su nuevo libro, un estudio de la recepción y la influencia que la obra de García Lorca ha tenido entre los poetas norteamericanos (Apocryphal Lorca: Translation, Parody, Kitsch, The University of Chicago Press, 2009). Hablamos de Jack Spicer (que mientras traducía sus poemas escribió varios «garcialorcas» apócrifos), de Merwin, de Rexroth… y de Robert Creeley, que tiene un poema titulado, precisamente, «After Lorca», aunque no sé –como veremos– si el texto definitivo tiene mucho que ver con el poeta granadino.

Si no recuerdo mal, «After Lorca» pertenece al primer tranco de la obra de Creeley (1926-2005) y fue escrito en Mallorca, donde vivió con su esposa Ann entre 1951 y 1955. He revisado tantas veces la traducción que ya no sé si queda algo del impulso original. No es representativo del tono posterior de Creeley, pero me gusta por su ternura y su suave ironía, y también por la ingenuidad con que incrusta, casi al sesgo, su pequeña crítica social.


Según Lorca

La iglesia es un negocio,
          y los ricos son hombres de negocios.
Cuando repican las campanas,
          los pobres vienen en tropel,
y, cuando un pobre muere,
          le ponen una cruz de madera
y se dan prisa con la misa.

Pero si muere un rico
          pasean por la calle el Sacramento
y una cruz recamada, y van
doucement, doucement
          camino al cementerio.

Y esto a los pobres les encanta
          y les parece una locura.


Mayhew, que lo ha estudiado, me da la fuente original del poema, unos versos tradicionales recogidos en su día por Antonio Machado y Álvarez, Machado padre:

  Cuando muere un hombre pobre
  va solito al entierro,
  pero cuando muere un rico
  va la música y er clero.

Como dice Mayhew, «el poema de Creeley parece una ampliación de estos sentimientos populares». En cualquier caso, el verso inicial sigue teniendo no poca vigencia, visto lo que estamos teniendo que aguantar por ese frente.

2 resignados

¡Cuántas vidas se salvan con un fracaso a tiempo!

*

No está solo. Le acompañan todas sus renuncias.

domingo, marzo 22, 2009

kafka

Álex Chico me anuncia la públicación del nuevo número de la REVISTA KAFKA (nada que ver con el Hotel del mismo nombre!) en su nueva etapa digital (lo que antes se llamaba época). Viene cargada de buenas cosas: una entrevista con Gonzalo Hidalgo Bayal, una reseña de Eduardo Moga del último libro (espléndido) de José Luis Gómez Toré, poemas de Daniel Casado... Compruebo con intriga que los fragmentos de mi cuaderno de notas aparecen en la sección de poesía: espero que nadie los lea como poemas en prosa! Obrigado, Álex, y enhorabuena.

viernes, marzo 20, 2009

peter boyle / dos poemas


Conocí al poeta australiano Peter Boyle (1951) gracias a Eugenio Montejo. Boyle había traducido al inglés una amplia selección de su poesía y Eugenio, supongo, quería que alguien pudiera revisar aquellas traducciones con cierto conocimiento de causa. Acepté la tarea con gusto y a los pocos días entablamos contacto; milagros del correo electrónico. Boyle acababa de pasar por una prueba mucho más dura, traducir la poesía de César Vallejo, y los poemas de Eugenio, aunque complejos en ocasiones (más por el tono, esa música peculiar, entre modernista y conversacional, tan difícil de percibir para un lector extranjero), presentaban sin duda menos resistencias. Mi alegría fue doble: el trabajo era poco y había ganado un amigo.

La antología bilingüe de Montejo (The Trees) vio la luz en 2004, y ese mismo año Boyle me envió su cuarto libro de poemas, Museum of Space. Dos poemas captaron de inmediato mi atención y no tardé en traducirlos. Éste es el resultado.

Estaría bien leer «Concha marina» en relación con «Relic», uno de los grandes poemas iniciales de Ted Hughes, aquel en que el poeta encuentra un hueso de mandíbula en la playa y piensa en las inclemencias que ha debido padecer hasta llegar a sus manos. Y en esa lluvia «monótona, intraducible» que borra la tierra del segundo poema, «Lluvia a medianoche», percibo ecos bien audibles de la poesía de Montejo, un homenaje implícito que es también una prolongación, un renuevo en tierra parcialmente extraña.



Concha marina

La escritura que hallaste en el fondo del mar
sigue hablando a través de ti.
No importa cuánto hicieras para olvidarla,
sus palabras dan tumbos y más tumbos
en tu boca paralizada.
Implosión excesiva,
todo el peso del universo
contenido en sus simas
te ha dejado por único lenguaje
una sílaba inquieta.
He de añadirte a las demás,
hablantes
de una insondable resistencia.


Lluvia a medianoche

Una leve llovizna
envuelve la casa donde escribo
al borde de la nada.
Si todo fuera un sueño,
una vida perdida y triste
fundada en vanidades,
la lluvia se lo calla.
Como si un coche me llevara, hipnotizado,
al aeropuerto de los muertos,
enumero los nombres
de quienes han quedado atrás.
La lluvia está borrando la tierra
y sé que nada puede regresar.
Podría estar de viaje,
podría estarme quieto.
La lluvia no descansa,
monótona, intraducible,
pura elocuencia
al otro lado del lenguaje humano.


Trad. J. D.

miércoles, marzo 18, 2009

brevemente

El ensayo, el aforismo o la reflexión moral son géneros breves no sólo por las ventajas de la brevedad o la mayor agudeza (cierta agilidad imprevisible) del pensamiento fragmentario y asistemático. La pretensión tácita de lectores y críticos es que su autor respalde sin ambages todo lo dicho, lo apuntado, lo sugerido: no con argumentos más o menos trabados sino con su ejemplo. Se trata de una condición que parece asegurar, para muchos, la veracidad de lo escrito. Pero es también una petición de responsabilidad que abruma al escritor y le sugiere la conveniencia de callar más largamente de lo que quisiera. Podríamos llamar a esta petición de ser carne con la carne del libro el «imperativo ejemplar». La novela es, sin embargo, el dominio de lo extenso, de lo expandido. Como el bufón antiguo, el novelista tiene venia para decir cuanto quiera y no está en la obligación de rendir cuentas: es un irresponsable en el mejor sentido de la palabra, pues busca que sean sus personajes los interpelados. Lo mismo, durante un tiempo, le pasó al poeta, cuyos personajes son sus palabras. El novelista está lejos y distante de sus creaciones y pretende que se defiendan solas. Y cuanto más amplias sean, más capaces de devorar a sus lectores, mejor podrán defenderse. Aunque un síntoma de modernidad es la facilidad con que el «imperativo ejemplar» se ha contagiado, también, a poetas y novelistas, a un Milosz o un Camus, por poner dos ejemplos admirables.

martes, marzo 17, 2009

squirrel

Llevo ocho años frecuentando regularmente el Retiro, pero jamás había visto una ardilla en el recinto del parque. Esta mañana, camino del trabajo, se me ha cruzado una muy cerca del estanque: visiblemente roja, más corpulenta y de cola más espesa que las grises que recuerdo de los parques ingleses. Ha salido de detrás de un banco, apenas a unos metros de mí, y se ha puesto a correr con saltos inquietos sobre la explanada de tierra amarillenta que rodea la fuente-escultura de Ramón y Cajal (un peculiar friso modernista en el que casi nadie repara, por lo demás); no ha tardado en encaramarse a un tronco y quedarse allí subida, arrimada a la corteza, estirando la cabeza hacia la copa donde las ramas ya han echado sus primeros brotes.

La sorpresa ha sido grande. No sabía que hubiera ardillas rojas en el Retiro. Acostumbrado a la abundancia y la sociabilidad de las ardillas inglesas, que venían a comer literalmente de nuestra mano, se me hace raro no haberlas visto hasta hoy mismo. ¿Me habré perdido algo? Supongo que el calor y la llegada de la primavera la han vuelto menos cauta o precavida, animándola a salir de su refugio habitual. Así al menos me lo ha parecido esta mañana: disfrutando del regalo de una correría algo alocada, libre por unos instantes de su instinto de conservación. Supongo que es lo propio después de un largo invierno sometida a la oscuridad y el frío (aunque no es animal que suela hibernar, por lo que sé). Su aparición, ya digo, me ha recordado su omnipresencia en los parques ingleses, donde al final, de tan insistentes, ni les hacíamos caso. Bajo el sol afilado de una mañana de marzo en la que todavía se adivinaba el punzón del invierno, su viveza era contagiosa y conmovedora: una pequeña bola de fuego que crujía y crepitaba sobre la tierra seca. Me ha recordado al enigmático firecat del poema de Wallace Stevens: «El gato de fuego saltaba / hacia la derecha, hacia la izquierda, / y / se erizaba en su camino». Y, como los ciervos del poema, yo también me he apartado un largo rato de mi camino, dejándome contagiar por su inacción eléctrica, su mezcla de cautela y súbita urgencia.


lunes, marzo 16, 2009

mervyn peake 2

Ilustración para Bleak House, de Charles Dickens


Mervyn Peake

Igual que un gran mercado…

Igual que un gran mercado atrae a los excéntricos
soy como una ciudad levantada en arcilla
donde los locos medran, ya que bajo mi piel,
en cualquier soportal o calleja secreta

que serpea en mis huesos de medianoche, ellos
acechan harapientos, esperando impacientes
la orden de tomar mi esternón, y asolar
la capital con vivas a la revolución.

Trad. J.D
.

[Respondiendo a una petición de mi buen amigo Juan Manuel Macías, que quería leer nuevos poemas de Mervyn Peake... Más sobre el escritor, ilustrador y pintor inglés, aquí.]
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domingo, marzo 15, 2009

6 de 6

Me entero por el blog de José Luis Piquero que Navona Editorial ha convocado un curioso premio de minirrelatos: la condición es que ninguno puede exceder las seis palabras. Más que relatos, son ocurrencias, chispazos, enigmas que dejan un rasguño sobre la página. La idea me gusta, así que he realizado una mínima antología de seis fragmentos que no pasan en ningún caso de seis palabras. No sé si son cuentos. Pero sé que me lo he pasado bien rescatándolos de su cuaderno y podándolos hasta dejarlos en la cifra mágica. Un seis más y nos topamos con el maligno...


Escondía cosas para echarlas de menos.

*

Sólo resucita para ver pasar entierros.

*

Todo lo escribe en legítima defensa.

*

Siempre salía vestido de sus equivocaciones.

*

Cultiva la tierra de sus uñas.

*

Cabalgaba a lomos de su latido.

*

sábado, marzo 14, 2009

muda

Una vez en su cuarto se desprendió con cuidado de su piel, hecha de todo lo que había callado a lo largo del día.

viernes, marzo 13, 2009

wright / apocalipsis


Hace años un compañero de redacción de Letras Libres dejó un ejemplar de The New Yorker sobre mi mesa. En él, abriendo casi el número, se incluía este poema de Charles Wright (Pickwick Dam, Tennesee, 1935). Tenía reciente mi lectura de Zodíaco negro, editado por Pre-textos, y me intrigaba saber hasta qué punto lograría recrear en español la dicción pausada de Wright, llena de grumos sensoriales y tensión meditativa. El poema se tradujo con rapidez y apenas he vuelto a él desde entonces. Una estampa que fusiona con maestría la mirada hiperbólica y el gusto por miniatura. La imagen de las «claras vendas de niebla», hacia el final del poema, me sigue pareciendo un hallazgo admirable.

Viene esto a cuento de la reciente edición de Una breve historia de la sombra (Barcelona, DVD ediciones), traducido con esmero y elegancia por Jeannette L. Clariond, responsable también en su día de Zodíaco negro. Es un libro espléndido, recomendable por muchos motivos, pero quizá lo que más me atrae es su capacidad para fusionar una mirada a ras de tierra, llena de humor y melancolía, con la búsqueda obsesiva de un plano trascendente que nos permita, de algún modo, reconciliarnos con las limitaciones y carencias de nuestra vida cotidiana. Por cierto, Martín López-Vega ha escrito en su bitácora una lúcida reseña del libro que nos permite, además, ver y escuchar a Wright leyendo su trabajo.


Pequeño Apocalipsis

La mariposa hace su ronda al mediodía,
dragoneando sobre las extasiadas flores.
Los cascos de la hormiga hacen temblar el suelo.
A cubierto del sol, el escarabajo pelotero avanza entre sus sueños
[de verano.
Allá en lo alto, en otro mundo,
las nubes se congregan y murmuran sus mensajes.
Tranquila, avariciosa vida.

El gusano se enrosca en la negrura,
el petirrojo, arriba, gran guerrero,
atraviesa y refunde las tumbas destrozadas de sus padres.
La hierba, en su periodo verde, se inclina ante aquello que la mueve.
La tarde ya se apresta a hundir la pala
en los sucios terrones,
ataúdes y huesos de azúcar exhumados bajo el súbito sol.

Y dentro de los sótanos del mundo
ya empieza a despejar,
relampaguea en la garganta tronante de la bajotierra,
una gota de fuego y una gota de fuego,
claras vendas de niebla
que alivian lentamente las secuelas.
Y entonces, contra el negro horizonte, cuatro caballos se incorporan,
[ráfagas en sus rostros.


Trad. J.D.

jueves, marzo 12, 2009

el convicto

La casa estaba llena de puertas y habría podido escapar fácilmente. Pero no paraba de escribir y todo lo tapiaba con palabras.

miércoles, marzo 11, 2009

dicho en versátil.es

Aquí. (No es habitual encontrarse con periodistas culturales tan atentas como Angélica Tanarro: fue una entrevista distinta, por una vez.)

lunes, marzo 09, 2009

4 palabras


Palabras como perros: nos huelen el miedo.

*

No sigas. Ciertas palabras se han encendido y apagado tantas veces que sus filamentos se fundieron.

*

Las palabras son sus lianas. Va de una cosa y otra sin tocar el suelo, sin pisar remotamente tierra firme.

*

Cierra los libros de un golpe y las palabras que saltan por el aire son suyas. Son las palabras de nadie, las que ningún libro ha sabido hacer propias, las que aún están pidiendo otra oportunidad.

viernes, marzo 06, 2009

peter redgrove en la farmacia



Éste es uno de los primeros poemas que leí de Peter Redgrove (1932-2003), allá por el 92-93, gracias al interés y la sabiduría de Neil Roberts, que sería luego uno de mis profesores en Sheffield. Si alguna vez el poema ha sido el testimonio de la metamorfosis, como quería Canetti, aquí está la prueba evidente. Una delicia.


EN LA FARMACIA

Prodigio: al otro lado del frasco, sobre el rótulo,
una polilla de alas bordadas ensombrece
el vidrio. Sin aviso, echa a volar y cambia de botella.

Bajo el cuello de vidrio de este frasco violeta
otra etiqueta dice Lapis invisibilitatis:
beber de esta botella nos haría invisibles.

Etiqueta ambulante, la polilla gravita
de un frasco a otro, roza con sus ropas de harina
el mármol, y en su lengua rasposa se debaten

el azúcar del cuello, las gotas del tapón:
como un conejo de alas chillonas, la polilla
extrae de los fármacos su esencia, se desplaza

de jarra en jarra y sella en cápsulas su propia
cogitación, implicando en sus huevos
nuestra explícita medicina.

¿Y los venenos, los filtros de la invisibilidad?
El gusano recuerda que ha de morir, y muere,
como rezaba el rótulo,

todo acaba en la sopa interior del capullo
donde sólo la ninfa medita, sólo el nervio
flotando como una raspa de arenque,

y ya en torno a ese nervio tiernamente se abren
nerviosas alas donde, con bella letra antigua
de boticario, escrita se perfila: la fórmula.


Trad. J.D.

jueves, marzo 05, 2009

preparativos


Sangre sus labios hasta que la sangre se diluya en el aire. Punce luego la lengua por sus cuatro costados para que se desinfle como un colchón de plástico. Extraiga los dientes y fortifique con ellos la garganta, a fin de encauzar bien el aliento. Aproveche las sobras para hacerse un podio. Aplique un secador y elimine la saliva más pegajosa. Pase escoplo y martillo por el cielo de la boca y lime sus encías hasta desnudar la calavera. No olvide vestir con propiedad. Luego entre, ascienda los dos peldaños de rigor y mire al tendido. Grite. Grite. No grite. Déjelo todo como estaba y salga sin hacer ruido.

El gran día de la voz comienza a estar próximo.


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Ésta es mi aportación a Caja-Poema ó Poética para un espacio escultórico, del artista canario Román Hernández (en concreto, a la pieza que aparece en la imagen), trabajo en el que han colaborado también, entre otros, Ana Gorría, Vicente Luis Mora, Isidro Hernández, Anxo Pastor, José Luis Puerto o Rafael-José Díaz, por nombrar a quienes me son más cercanos. El conjunto, que se publicó en forma de CD el año pasado, se presenta en la Casa de Canarias de Madrid (C/ Jovellanos, 5, bajo dcha.) el jueves 12 de marzo (exactamente dentro de una semana) a las ocho de la tarde. Leeremos poemas, hablaremos del estupendo y generoso trabajo de Román, y en general trataremos de pasar un buen rato.

[Si alguno tiene dificultad para reconciliar este texto con otros de esta bitácora, quizá tenga razones para ello: se escribió hace catorce años, en Sheffield, para una sección de Otras lunas que no termina de cerrarse o darme razones para ver la luz. Ahí sigue, engordando el cajón de los inéditos, o casi.]

miércoles, marzo 04, 2009

condena

El escritor parco no ha publicado un libro desde hace treinta años. Sus discípulos no dejan de pronunciar su nombre por donde van, le asedian con elogios, redactan decenas de artículos y crónicas donde exaltan su rigor, su integridad. El escritor parco no sale de casa, no concede entrevistas, no se hace notar. Sabe demasiado bien que si publicara la más pequeña línea no habría perdón para él y su cabeza rodaría bruscamente por las columnas de los diarios.

martes, marzo 03, 2009

nueva edad

Fueron diezmados sistemáticamente hasta que sólo quedaron unos pocos sobre la tierra. Entonces los cazadores levantaron altares y les adoraron como a dioses.

lunes, marzo 02, 2009

definición / mestre / ángel

Noticias radiofónicas. El miércoles pasado tuvimos el placer de charlar con Juan Carlos Mestre. Un prodigio, como siempre. Leyó poemas, compartió protagonismo con la voz de Amancio Prada, y compartió también algunas de sus ideas y opiniones, tan contundentes como lúcidas.

Y este miércoles, de cuatro a cinco de la tarde, dedicaremos el programa íntegro a recordar la figura y la obra de Ángel Campos Pámpano con motivo de la publicación de su poesía completa en Calambur (La vida de otro modo, 2008), y también del acto de homenaje a su memoria que tendrá lugar el próximo viernes, aquí en la Sala María Zambrano del Círculo de Bellas Artes, a las ocho de la tarde (la invitación está aquí al lado, a la izquierda). Hablaremos con dos de sus mejores amigos, el crítico y profesor Miguel Ángel Lama y el poeta Tomás Sánchez Santiago. No faltéis.

suma y heaney

Antonio Lucas entrevista en El Mundo a Seamus Heaney, aquí.

domingo, marzo 01, 2009

tennyson / titono

Francesco de Mura
Aurora, diosa de la mañana y Titono, príncipe de Troya, fecha desconocida
Museo e Gallerie Nazionali di Capodimonte, Nápoles


Envejecen los bosques, envejecen y mueren,
la humedad deposita su carga sollozante,
llega el hombre y cultiva la tierra y yace en ella,
y al término de muchos veranos muere el cisne.
A nadie sino a mí consume
esta cruel inmortalidad: me marchito en tus brazos lentamente,
aquí en el tenue límite del mundo,
encanecida sombra que cruza como un sueño
los espacios de Oriente con su eterno silencio,
vagando entre la bruma y las salas fulgentes de la aurora.

Aunque esta sombra gris fue una vez un hombre,
glorioso en su belleza, tu elegido,
a quien hiciste tuyo de tal modo
que él mismo, en su pasión, se tuvo por un dios.
«Haz que sea inmortal», te supliqué.
Y al instante cumpliste mi deseo,
risueña en la riqueza que no mide sus dádivas.
Pero tus fuertes Horas, cumpliendo su designio,
me cubrieron de golpes y me desfiguraron, agotando mis fuerzas,
y, si bien no lograron rematarme, ahora vivo tullido
en tu presencia, eterna juventud,
yo, vejez inmortal, con tu inmortal frescura,
y todo lo que fui vuelto ceniza. ¿Pueden tu amor,
tu belleza, enmendarme, incluso ahora cuando,
muy cerca de nosotros, el lucero, tu guía,
brilla en tus ojos trémulos, que se inundan de llanto
al escucharme? Déjame ir, y llévate tu ofrenda:
¿por qué razón querría un hombre, finalmente,
renunciar a la raza benigna de los hombres
o avanzar más allá del término dispuesto
donde todo se cierra para su conveniencia?

Una brisa tranquila abre las nubes, y una vez más
entreveo el oscuro mundo donde nací.
De nuevo el viejo brillo misterioso desciende
de tu frente tan pura, y de tus hombros puros,
y del pecho que late con renovado corazón.
Tu mejilla enrojece lentamente en la sombra,
tus dulces ojos prenden muy cerca de los míos
y entonces las estrellas palidecen, y la fiera cuadriga
que te adora, anhelando tu yugo, emprende el vuelo
y espanta la tiniebla agitando sus crines,
y hace estallar la luz en centellas de fuego.

Así, tú creces más hermosa en el silencio,
y así luego, sin darme una respuesta,
te retiras, tu llanto en mi mejilla.

¿Por qué habrías de huirme mientras lloras,
y hacerme estremecer, a menos que el dicho que aprendimos
en días bien lejanos, sobre la oscura tierra, fuera cierto?:
«No, ni siquiera un Dios puede anular sus dones.»

¡Ay de mí! ¡Ay de mí! Con qué otro corazón
en días bien lejanos, y con qué otra mirada
solía contemplar –¿era yo el mismo, acaso?–
el lúcido contorno de tus formas, mirando
tus rizos que se abrían en volutas solares,
tú y yo en místico cambio, sintiendo que mi sangre
brillaba con el brillo rojizo donde ardían
tu presencia y tus pórticos; y entonces me acostaba,
boca, frente y pestañas, gustando tu calor
con besos más ligeros que los tiernos capullos
de abril, y escuchaba a los labios amantes
murmurando no sé qué alocadas dulzuras,
igual que la canción que oí entonar a Apolo
cuando alzó como niebla las murallas de Ilión.

No me retengas para siempre en tu Oriente:
¿cómo pueden mezclarse por más tiempo nuestras naturalezas?
Fríamente tus sombras sonrojadas me bañan, frías
son tus luces, y fríos mis arrugados pies
hollando tus umbrales vacilantes, cuando el vapor
flota sobre los vagos campos, junto a las casas
de los hombres felices, hechos para morir,
y los herbosos túmulos de quienes, más felices, ya murieron.
Libérame, y devuélveme a la tierra;
tú, que todo lo ves, verás también mi tumba:
tu hermosura renovarás cada mañana;
tierra en la tierra,
no guardaré recuerdo de estas salas vacías
ni de ti regresando en tus ruedas de plata.

Trad. J.D.


Traduje este poema hace cosa de seis años, espoleado por la lectura de la espléndida antología de Alfred Tennyson que Antonio Rivero Taravillo publicó por aquel entonces en Pre-Textos (La Dama de Shalott y otros poemas). Más allá del lenguaje de época, de ciertas convenciones léxicas y de dicción que han envejecido, este monólogo dramático no ha perdido un ápice de su intensidad, de su capacidad para conmover y deslumbrar. Sobre la historia mítica de Aurora y Titono, y como una especie de glosa introductoria a este poema, os copio la breve entrada de wikipedia: «En la mitología griega, Titono era un mortal, del cual se enamoró la diosa Aurora. Esta misma le pidió a Zeus que le concediera la inmortalidad a su amado Titono, cosa que el padre de los dioses concedió. Pero a la diosa se le olvidó pedir también la juventud eterna, de modo que Titono fue envejeciendo y haciéndose cada vez más pequeño y arrugado, hasta que se convirtió en cigarra».