Miguel Barrero cuenta en su bitácora, con bastante más gracia que yo, una anécdota reciente que viví en Argelia y que podría entrar a formar parte de un posible anecdotario de la traducción poética. Cosas que le pasan a uno cuando hace de viajante de su propia poesía.
(Por cierto, me asombra y me conmueve la retentiva de Miguel, considerando que la anécdota se relató en un bar de Cimadevilla a las tres de la mañana. Y no, la foto no es de ahora, lo menos tiene once años. Ay esas gafas!)
13 Miradas
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Qué silencio cuando me sumerjo hasta el fondo de la piscina. Lo que daría
porque la apnea pudiera alargarse no ya minutos, sino horas, la tarde
entera aq...
Hace 27 minutos
4 comentarios:
no hay problema. yo también llevé gafas como esas
han vuelto a estar de moda!
La anécdota es buenísima. Desde luego, casi más asombroso que le traduzcan a uno al árabe es que le traduzcan del árabe :-)
Abrazo.
Me alivia saberlo, luna y antonio. Y sí, Juan Manuel, creo que con las traducciones del árabe me haré un bonito heterónimo. Abrazo a todos.
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