domingo, noviembre 30, 2008

en la calle

Mientras hablaba por teléfono iba caminando abstraída, pisando el bordillo, cayendo a veces del lado del asfalto para volver de un salto a la acera. Como si quisiera mostrarnos que su conversación, lo que allí se decía entre largas pausas y monosílabos cortantes, con labios incrédulos, pendía literalmente de un hilo.

sábado, noviembre 29, 2008

money

El joven, con excepciones, no conoce la naturaleza coercitiva del dinero, es decir, su peso en las acciones e inacciones de sus mayores. Su juicio de estos actos es severo y su severidad, ignorancia. Pero, si es inteligente, seguirá bebiendo a sorbos de esa ignorancia –de esa inocencia– toda su vida. De otro modo, llegará a pensar que todo es justificable, que el dinero es la medida y respaldo de todas las cosas. Él mismo sentirá en sus carnes el látigo del dinero, el yugo inalterable de su obtención y su comercio. Mantendrá la cordura si recuerda sus viejas sentencias, la exageración de los absolutos que con tanta alegría y desconocimiento aplicaba a los demás. Y, como recompensa, le darán espacio para tomar aliento, esquivar la llave de luchador de sus propios compromisos.

sueños

Los sueños como serpientes que cruzan la tierra de la noche. La duermevela del despertar nos sorprende rastreando sus madrigueras.

viernes, noviembre 28, 2008

el fantasma del traductor

A menudo asocio ciertas traducciones a las imágenes mentales que presidían mi trabajo. Mi recuerdo de la traducción de Los césares, de Thomas de Quincey, por ejemplo, está ligado a una calle de Oxford por la que pasaba ocasionalmente de camino a la Taylor Institution, hace exactamente diez años. Una y otra vez, mientras rescribía a De Quincey, primero a mano en la libreta y luego en la pantalla del ordenador, pensaba en aquella calle, me situaba en uno de sus tramos, retenía su atmósfera, su juego de luces y sombras: una calle patricia y silenciosa, de fachadas de arenisca con puertas pintadas de colores vivos y escaleras siempre húmedas donde los estudiantes recostaban sus bicicletas. Se trataba, sin duda, de un truco de la mente para guardar fuerzas y favorecer la concentración; una forma de prevenir distracciones y blindarme contra mi entorno inmediato. Sin embargo, ahora pienso que era algo más: yo estaba realmente ahí y realizaba mi trabajo en ese tramo concreto de calle; mi otro yo, a la búsqueda de una atmósfera más propicia, había terminado regresando a Oxford, tal vez porque allí había traducido a De Quincey por primera vez y una vaga superstición le vinculaba a aquel lugar. Yo era mi fantasma, y el fantasma era el traductor.

jueves, noviembre 27, 2008

un poema de seamus heaney


TURBERA
Para T. P. Flanagan

No tenemos praderas
para cortar un gran sol al atardecer;
el ojo en todas partes
acata un horizonte intruso,

se deja cortejar por el ojo de cíclope
de una charca. Nuestro campo abierto
es ciénaga que insiste en encostrarse
entre las apariciones del sol.

Han extraído el esqueleto
del Gran Alce irlandés
de la turba, lo han puesto en pie,
un soberbio armazón lleno de aire.

Mantequilla enterrada
más de cien años
reapareció salada y blanca.
La tierra misma es tierna, mantequilla negruzca

que se funde y se abre a cada paso,
a millones de años de distancia
de su última definición.
Jamás extraerán carbón de aquí,

sólo los troncos anegados
de grandes pinos, blandos como pulpa.
Nuestros pioneros siguen avanzando
hacia dentro, hacia abajo,

en cada tira que desprenden
hay sospechas de asentamiento.
Las cunetas parecen filtraciones atlánticas.
El húmedo centro no tiene fondo.


(de Wintering Out, Londres, Faber & Faber, 1973)

Trad. J.D.
Original, aquí.

martes, noviembre 25, 2008

ángel campos pámpano

Como dice Álvaro Valverde, cuesta mucho creerlo. De hecho, yo aún no puedo. El poeta y traductor Ángel Campos Pámpano ha fallecido esta mañana en Badajoz. Tenía 51 años.

«Concededme siquiera este refugio, este lugar al sol donde escribir sin culpa, libremente, donde cada palabra sea un acto de amor que se hace piedra, flor del sueño, sed de nubes. Siquiera este refugio, esta orilla secreta, donde todo es más fácil.»

ted hughes, "widdop"

Fay Godwin, "Top Withens"


Donde no había nada
alguien dispuso un lago amedrentado

Donde no había nada
hombros de piedra
se abrieron para sostenerlo

De las estrellas vino un viento
descendió al agua olió el temblor

Con los ojos cerrados, con las manos
enlazadas
................los árboles
se ofrecieron al mundo

El brezo se encogió, asustado

Nada no hay nada
hasta que una gaviota

Rompe
.............escapa

De la nada a la nada:
.................................un rasguño en la tela


Trad. J.D.

lunes, noviembre 24, 2008

algunos pájaros de charles reznikoff


Siempre que mi hermana ensayaba
cierta obra para piano
y llegaba a cierto pasaje
–no muy bueno, en su opinión–
un pájaro volaba hasta el alféizar
y entonaba unas pocas notas.

El pájaro debe haber oído
lo que el intérprete,
y tal vez incluso el compositor,
no oyeron; y recuerdo un dicho hindú:
una obra de arte tiene muchos rostros.

*

Por favor, no subestimes al estornino:
no tiene las hermosas alas del arrendajo;
y su canto,
por decirlo amablemente,
no es desde luego digno de elogio.
Pero las cosas le han ido bien,
su número crece,
y ha tomado posesión de algunos de los edificios más elegantes de la ciudad
para alojarse.

*

La hermosura del grajo azul
mientras vuela de rama en rama.
¡Pero sus gritos!

*

No debes suponer
que todos los que viven en la Quinta Avenida
son felices: he oído a las gaviotas chillar
desde el depósito de agua de Central Park.

*

La gaviota moribunda,
sola sobre una roca:
incapaz de volar, extiende sus alas
y levanta la cabeza
–de tanto en tanto–
con un grito agudo.

*

El pico del gorrión palmea al escarabajo
y éste echa a zumbar ruidosamente
como si el pájaro hubiera puesto en marcha un despertador.

El escarabajo vuela por el aire
en una serie de torpes volteretas
y el gorrión le sigue con elegancia.

*

Un bosquecillo de árboles diminutos, ramas cargadas de bayas,
y, en su interior, el gorjeo constante de los pájaros.
De los árboles del parque, en este día frío y ventoso,
a falta de hojas
cuelgan papeles: tiras de papel sucio.

*

¡Escuchad!
La sirena del coche de policía,
y esa otra, la de los bomberos.
También nuestra ciudad tiene sus pájaros nativos.

*

Ha llovido toda la noche
pero el parque está hermoso
esta mañana de primavera.
Excepto, supongo, por la lombriz que un tordo acaba de desenterrar
de un recuadro de tierra húmeda
y está cortando en pequeños trozos
con su pico afilado.


Charles Reznikoff (1894-1976)

Trad. J.D.

domingo, noviembre 23, 2008

contraprogramación

Me ha parecido muy revelador, una especie de acto fallido de los responsables de la cadena. Después de una curiosa entrevista con Rafael Sánchez Ferlosio, decepcionante más que nada por Gabilondo, incapaz de sacar poco o nada de provecho de su entrevistado, CNN+ ha dedicado su programa “Imágenes del siglo XX” a rememorar la historia de Walt Disney y su pegajoso imperio... No hace falta haber leído mucho a Ferlosio para conocer su contundente opinión de la estética (y la ética) Disney, pero ni por esas: a su entrevista le han adosado sin contemplaciones primeros planos de Mickey Mouse y el pato Donald. Pura casualidad, claro. Como si el inconsciente de algún programador hubiera decidido hacer la guerra por su cuenta.

viernes, noviembre 21, 2008

audio

La Fundación Juan March ha colgado ya los archivos en audio (en un formato mp3 de lo más accesible) de la conferencia (presentada por Antonio Gallego) y la lectura de poemas que di la semana pasada. También permite descargar un pdf del cuaderno que se ha editado con motivo de estas dos sesiones. Allí podréis encontrar algunos poemas, nuevos y antiguos, y también diversas notas sobre poética que he ido recopilando recientemente, además del texto de la conferencia, claro está.

miércoles, noviembre 19, 2008

[el tibio sol de octubre...]

El tibio sol de octubre alumbra los ramajes, las blancas telarañas que ondean en el aire más limpio de la tarde. Su fulgor no calienta, tan sólo te concede una tregua de luz, una rara pureza en la que fluyes dócil, desnudo de ansiedades y deseos. El tiempo no te ha dado una sangre serena, una casa de aliento, el refugio leal de una sabiduría capaz de concertar los días con las noches, la furia y la quietud; sólo estos paréntesis fugaces, esta ilusión sin cuerpo como el verde borroso de los sauces. ¿Existe ese saber, existió alguna vez, serás capaz de hallarlo o merecerlo bajo el signo variable de los cielos? La memoria encomienda sus cenizas, los rescoldos latentes donde un turbio sentido se agazapa; su temblor, más ligero que tu nombre, oculta sin embargo una celada, los ávidos grilletes del eterno retorno. Miras el seto de boj, el laurel polvoriento en la última luz, cómo consienten ahora en apagarse bajo el áspero gris de algunas nubes. Carecen de pasado, de raíz en el tiempo. No hay temor en su ingreso reiterado en lo oscuro, en su diario replegarse sobre la tierra helada. ¿Guardan algún recuerdo de la tarde, de este aire pacífico que iguala con su lumbre las muescas de la escena, la sabia confusión de lo real? Impasibles, giran sobre sí mismos en el tiempo, sin advertir al hombre que vela, interrogante, y en el lienzo curtido de sus formas se descubre mortal, turbado por un miedo que no entiende, que no sabe esconder. El día fue un desierto que tus actos poblaron inútilmente, y esta breve quietud un espejismo a punto de anegarse en la penumbra. Sientes frío en la sangre, algo como un temblor o una inminencia. Has visto despoblarse los caminos del parque. La luz cae rasante sobre la arena sucia.


Este poema es un poco el reverso o negativo de «Elegía», que colgué aquí hace unas semanas. Lo escribí hace algo más de cuatro años y una primera versión apareció en la antología Campo abierto. Lo recupero ahora para recordar, tal vez, que no todo tiempo fue necesariamente mejor…

martes, noviembre 18, 2008

una reflexión

He dejado pasar unos días esperando que el asunto amainara, o al menos, para que mi opinión del asunto se enfriara un poco, pero, visto que El País ha decidido hacer campaña con él y que mucha gente del mundo literario (incluido más de un amigo) parece haber perdido la cabeza o el sentido del equilibrio en este caso concreto, me decido a consignar en esta bitácora unas pocas líneas de reflexión. Me refiero, claro está, al affaire Luis García Montero.

Porque una cosa es que le hayan condenado a pagar una multa por injurias y otra muy distinta que él haya decidido dejar la Universidad y su puesto de catedrático. Una cosa no se desprende, ni por asomo, necesariamente de la otra. Su decisión de abandonar la docencia es de índole exclusivamente privada y se fundamenta, imagino, entre otras, en circunstancias personales: para empezar, económicamente se lo podrá permitir. Coincido en la opinión que García Montero y otros muchos tienen del profesor Fortes y de la doctrina más o menos insultante y escandalosa que ha impartido desde su púlpito, puedo incluso pensar que la sentencia del señor juez es algo severa, pero la verdad judicial es esa y ante ella no caben, en sucesión inmediata, sino dos opciones: o recurrir o pagar religiosamente y pasar página. García Montero no sería la primera ni la última persona (¡faltaría más!) en tener que convivir laboralmente con alguien a quien detesta. No digamos ya en el contexto de la Universidad española, donde los cuchillos vuelan por chiquilladas de patio de recreo. ¿Realmente el periódico más importante del país tiene que dedicar una página completa de su sección de cultura, en dos y hasta tres ocasiones, para hablar de este asunto? Los que sabemos qué difícil es que El País comente alguna novedad editorial, o una exposición de interés, o cualquier actividad cultural que no caiga cerca del radio de acción y de interés de Prisa, nos quedamos sorprendidos ante este derroche de papel y tinta. Que yo sepa, la Universidad no ha echado a García Montero de su puesto, nadie lo ha expedientado, nadie ha buscado su ruina profesional. Repito: su decisión de dejar la docencia es absolutamente personal, sólo le interesa y atañe a él y a sus amigos, colegas y alumnos. Si El País tuviera que dedicar espacio a todos los conflictos laborales que se dan en nuestra Universidad, y a las reacciones y movimientos de sus protagonistas, no habría sitio para más.

Luego han llegado las circulares, el blog abierto para que uno pueda estampar su firma de apoyo, los actos de homenaje a García Lorca, Ayala y García Montero, todos juntos y no revueltos en una tríada significativa. Uno se pregunta (nada inocentemente, claro está) a quién beneficia tanto ruido de vestiduras rasgadas. ¡Cuánta publicidad! ¡Y cuántas profesiones de fe de progresismo! Resulta todo un poco extraño. Y también un poco irritante, la verdad. No se es menos progresista por no comulgar con ciertas ruedas de molino. Más bien al contrario. ¿O es que hay gente que está tan acostumbrada a que no les lleven la contraria, tan imbuida de su verdad y probidad moral, que no acepta la más mínima inconveniencia?

lunes, noviembre 17, 2008

un poema de leonard cohen

LA CANCIÓN DEL CORNUDO

Si esto parece un poema
ya te aviso desde el comienzo
que no era mi intención.
No quiero convertir nada en poesía.
Lo sé todo de ella
pero eso ahora no importa.
Esto es algo entre tú y yo.
Personalmente, me importa un carajo
quién llevó a quién:
de hecho, me pregunto si algo me importa en verdad.
Pero se supone que un hombre debe decir algo.
En cualquier caso: la ahogaste en cerveza,
te la llevaste a tu cuarto, pusiste los discos apropiados,
y en una hora o dos todo acabó.
Lo sé todo de la pasión y el honor
pero por desgracia aquí no pintan nada:
ah sí hubo pasión ya me imagino
e incluso un poco de honor,
pero lo importante era ponerle los cuernos a Leonard Cohen.
Joder, ya que estamos, puedo decírselo también a ella.
No me queda tiempo para escribir más.
Debo rezar.
Debo esperar junto a la ventana.
Lo repito: lo importante era ponerle los cuernos a Leonard Cohen.
Me gusta esa línea porque incluye mi nombre.
Lo que realmente me pone enfermo
es que todo sigue como antes:
todavía soy una especie de amigo,
todavía soy una especie de amante.
Pero no por mucho tiempo.
Por eso os aviso.
De hecho, me estoy transformando en oro.
Es un proceso largo, dicen,
ocurre por etapas.
Esto es para informaros
que ya me he transformado en piedra.

Trad. J.D.

viernes, noviembre 14, 2008

reginald gibbons

Acabo de enterarme de que mi buen amigo el poeta, traductor y ensayista Reginald Gibbons ha sido nombrado nada menos que finalista del National Book Award en EE.UU., algo así como el Premio Nacional de Poesía en nuestro país. Me ha dado un alegrón. Gibbons no es sólo un enorme poeta, sino también uno de los grandes editores y animadores poéticos de su país. Su paso por la revista Triquarterly fue memorable. Y, por si fuera poco, es el responsable de la mejor traducción, con diferencia, de la poesía de Luis Cernuda al inglés; la que leyó Harold Bloom, por ejemplo.

Conocí a Reg Gibbons en el otoño de 2002, en el transcurso, precisamente, de un congreso sobre Cernuda celebrado en el Colegio de México. Un hombre encantador, de maneras suaves, culto y refinado como sólo pueden serlo a veces los norteamericanos, que hablaba un correctísimo español, con un notable acento, eso sí. Traductor también de Sófocles (ahora lleva un tiempo traduciendo poesía rusa), ensayista y autor de una sola novela (Bittersweet, muy recomendable), su poesía recoge una doble herencia: la precisión y claridad verbal de Pound y el aliento moral, empeñado en el trato con la historia y las historias del presente, de un Auden o un Milosz. Mi afición a los bestiarios me llevó, no obstante, a traducir este poema breve y (lo reconozco) no demasiado representativo de su poesía última. Aquí lo veo más bien como una mezcla de Ted Hughes y Charles Simic.

Enhorabuena, Reg.


Invierno

Llega un cuervo y se posa en el árbol.
Me estudia.
...................Va a sacarme los ojos.
Mis vecinos me ofrecen todos
sus rifles. Le pego un tiro.

Herido, se desploma entre las ramas, muere,
buscando enderezarse, y aterriza en la nieve.

Pero ahora, aún vivo, empieza a caminar, se tambalea,
sus alas dejan marcas brillantes y encarnadas
como runas antiguas, signos de cantos y lamentos.

El cuervo que iba a sacarme los ojos,
predador, carroñero, ladrón
de vida.
No obstante es él, no yo, quien escribe con sangre el poema
que nadie ha de negarlo es bueno.


Trad. J.D.

sábado, noviembre 08, 2008

algo personal

«No te lo tomes como algo personal», me dice, antes de lanzarse a hablar, y no veo el momento de ponerme la armadura.

jueves, noviembre 06, 2008

más publicidad

Mis queridos Sergio Gaspar y Juan Manuel Macías han tenido la gentileza, y la generosidad, de acoger mi trabajo en la sección de «Firmas invitadas» de la página web de DVD Ediciones. No puedo estar más contento con su invitación, la verdad. Podéis leer el resultado aquí.

martes, noviembre 04, 2008

y ahora, unos minutos de publicidad


Interrumpo brevemente la programación de esta bitácora para anunciaros que los próximos martes 11 y jueves 13 de noviembre estaré en la Fundación Juan March (Castelló, 77) dentro del ciclo «Poesía y Poética». La cosa funciona así: el martes leo una conferencia sobre poética y el jueves una selección de poemas. Las dos sesiones tienen lugar a las siete y media de la tarde. Para más información, podéis abrir este enlace.

Y el martes 18 de noviembre, esta vez a las ocho de la tarde, estaré en la Fundación Carlos de Amberes (Claudio Coello, 99) leyendo poemas con el escritor neerlandés Huub Beurkens (también tiene blog; aunque está en neerlandés, he visto que tiene materiales en otros idiomas). Hay más información aquí.

Sé bien que son demasiadas convocatorias para una sola semana (las cosas salen así, no se planean), pero me encantaría veros alguno de estos días, donde y cuando os vaya mejor.

lunes, noviembre 03, 2008

un poema de stephen spender


A MI HIJA

Su mano entera apresando mi dedo con su brillo
Mi hija, caminando ahora junto a mí.
Ya siempre sentiré un anillo de luz
Envolver invisible este hueso: cuando ella haya crecido
Tan lejos de este día como sus ojos que ahora están lejos.

Trad J.D.

domingo, noviembre 02, 2008

sábado, noviembre 01, 2008

un retrato

No me deja saludarla con un beso por si le contagio mi resfriado. Así, supongo, mantiene a distancia las aristas del mundo, sus extremos de alegría y tristeza. Vive en el clima templado de una ecuanimidad que te mira sin verte. Ha logrado que mi entusiasmo comience a parecerme un virus vergonzante.