martes, diciembre 30, 2008

unas líneas de auden

[...] Es difícil concebir una sociedad abundante que no sea una sociedad organizada para el consumo. El peligro en una sociedad así es el de no distinguir entre aquellos bienes que, como la comida, pueden consumirse y hacerse a un lado o, como la ropa y los automóviles, descartarse y reemplazarse por otros más nuevos, y los bienes espirituales como las obras de arte que sólo alimentan cuando no se consumen.

En una sociedad opulenta como Estados Unidos, las regalías dejan bien claro al poeta que la poesía no es popular entre los lectores. Para cualquiera que trabaje en este medio, creo que esto debería ser más un motivo de orgullo que de vergüenza. El público lector ha aprendido a consumir incluso la mejor narrativa como si fuera sopa. Ha aprendido a mal emplear incluso la mejor música, al usarla de fondo para el estudio o la conversación. Los ejecutivos empresariales pueden comprar buenos cuadros y colgarlos en sus paredes como trofeos de estatus. Los turistas pueden «hacer» la gran arquitectura en un tour guiado de una hora. Pero gracias a Dios la poesía aún es difícil de digerir para el público; todavía tiene que ser «leída», esto es, hay que llegar a ella por un encuentro personal, o ignorarla. Por penoso que sea tener un puñado de lectores, por lo menos el poeta sabe algo sobre ellos: que tienen una relación personal con su obra. Y esto es más de lo que cualquier novelista de bestsellers podría reclamar para sí.


El ensayo entero, aquí.

domingo, diciembre 28, 2008

convergencias


Me pregunto si entre aquellos que construyen su holgada, segura y rectilínea vida académica sobre la de un escritor que vivió inmerso en la miseria y la desesperación, habrá uno solo que se avergüence.

Elias Canetti, La provincia del hombre, nota de 1967

Los eruditos

Calvas cabezas olvidadas de sus pecados,
viejas, doctas y calvas cabezas respetables
editan y comentan las estrofas
que jóvenes poetas, echados en sus camas,
rimaron con amor desesperado
halagando el oído ignorante de la belleza.

Todos bajan la voz y tosen tinta;
todos gastan la alfombra con sus pasos;
todos conocen al vecino de su vecino
y piensan lo que piensa el otro.
Oh Señor, ¿qué dirían
si su Catulo caminara así?

W. B. Yeats, Los cisnes salvajes de Coole (1917), trad. J.D.

 

sábado, diciembre 27, 2008

árboles


Avancé con el coche por una calle lateral y me sorprendieron, de repente, los largos dedos oscuros y sarmentosos, vueltos hacia arriba, de los árboles de la Plaza San Miguel, manos de bruja o candelabros donde la cera se ha secado y ennegrecido hace mucho. Tal vez contribuyera a ese efecto casi alucinatorio la soledad de las calles, vacías a esa hora de la sobremesa, y el gris claro, casi transparente, de las nubes que se extendían sobre la ciudad iluminándola, duplicando de algún incierto modo la luz del día. En ese aire como recién lavado las formas sin hojas de los árboles recobraron su condición extravagante, ese aire de delirio que la costumbre logra ignorar o hacer a un lado habitualmente. De pronto, su salvajismo resaltó aun más contra la cuadrícula de las fachadas, las formas regulares y resueltas de la plaza. Más desorientadores que dinosaurios, concluyó una vez Julien Gracq al verlos descansando bajo la lluvia en un prado vecino, y la expresión desvela mejor que ninguna otra su extrañeza primordial, la distancia insalvable que nos separa de ellos, su antigüedad prehistórica. Hincados en tierra y abiertos hacia el cielo, son los ejes que mantienen el planeta en su sitio, los gruesos cables en tensión que procuran, como en un puente, su estabilidad. Incluso estos humildes y nudosos árboles de ciudad, comidos por la incuria y el hollín, más feroces aún en su abandono, y que hoy han querido mostrarse –siquiera por un minuto– tal como son. Pero no había ninguna bella durmiente esperándome al otro lado, y he optado más bien por rodearlos, solemne y respetuoso, y salir mansamente de la plaza.

jueves, diciembre 25, 2008

un poema de tom raworth


de repente

el alfabeto se pregunta
qué hacer
el papel se siente impotente
los colores pierden matiz

y mientras
todas las notas musicales
dibujan el azul de un blues

un álamo italiano
ensombrece la tierra
sembrada de plumones
amortiguando el ruido

junto al lago
en la carretera del sur

en el cielo nocturno arriba
por el azar dispersas
las estrellas dejaron de moverse
las amapolas ya no bailan

en la hierba que yace inmóvil
junto al sendero donde nadie camina
.
.
Trad. J.D.
Más información (y unas cuantas sonrisas), aquí.

miércoles, diciembre 24, 2008

4 definiciones

Viajero
Cuanto más viajaba, más veía en los extraños rasgos de sus amigos, de su familia.

Diplomático
Sólo sabía decir una frase. Pero ¡qué habilidad para que nunca sonara fuera de lugar!

Juez
¿Un hombre frío? Así le describen. Pero el temor a convertirse en alud le ha petrificado.

Inquisidor
No quiso tirar la primera piedra. Se la reservó para rematarlo.

lunes, diciembre 22, 2008

(breve) elogio de la vulgaridad

Algunos artistas parecen existir únicamente para dignificar lo que en otros nos irrita o avergüenza: ciertas inclinaciones o maneras de hacer que, en ellos, se vuelven soportables e incluso placenteras, reinventadas con una convicción contagiosa, desprovistas del aguijón que nos espantaba hasta entonces. No son muy importantes, tal vez, pero nos dan una dosis de extravagancia o de vulgaridad por un precio asequible, y nos sueltan un poco, nos hacen más elásticos y tolerantes, más espaciosos.

domingo, diciembre 21, 2008

john burnside, «ratones de campo»

Dibujo de Beatrix Potter


Pienso en ellos como invitados.
Lo más cerca que estamos, en este pulcro barrio, de lo salvaje,
ese olor en el cobertizo
como a cicuta, o estos jirones de papel
donde una vez tuvimos bulbos o semillas;

ese deslizamiento de hueso y piel
que persiste, en un sueño semiolvidado,
durante semanas, no más
consistente que el viento que escuchamos
detrás de las tertulias y los telediarios; una corriente oculta

de calidez y espanto, viva bajo el hogar
que sólo es nuestro a medias, compartiendo su miedo,
como si nuestras vidas estuvieran escritas en el aire
o cifradas en polvo
igual que almizcle, o un rastro.

Trad. J.D.

viernes, diciembre 19, 2008

7 sietes

Hablan de las ruinas no por lo que son, sino por lo que fueron, pero su destrucción es lo único que les hace hablar.

*

¡Qué pesados, estos cabezas huecas!

*

Palabras-patrulla, que salen de noche y traspasan en secreto la línea de los dientes para reconocer el terreno. Dejan el campamento al cuidado de los sueños.

*

Palabras-espoleta, que al pronunciarlas hacen estallar el silencio.

*

Se duerme en los laureles, pero en posición fetal.

*

Libros densos, decantados, como el tizón ennegrecido que asoma entre los restos de una hoguera.

*

Me confiesa quién aspira a ser, qué alto rango o posición querría alcanzar. Y de inmediato se empequeñece a mis ojos.

jueves, diciembre 18, 2008

como instrumentos musicales


Hace poco leí en la red que Tom Clark (1941), el autor de este poema, estaba enfermo y pasaba por graves apuros económicos después de una vida dedicada a la docencia y la edición casi artesanal de poesía (en Estados Unidos, el no disponer de seguro privado es un riesgo que se paga muchas veces con el desahucio y el abandono social). Yo recordaba una foto suya en que aparecía sonriente, lleno de vitalidad, con aire de hippie despreocupado, y me costó relacionar aquella imagen con su estado actual. Este poema sigue estando para mí tan vivo como el primer día, desde su arranque vagamente surrealista hasta los últimos versos, de una intensidad y limpidez memorables.


Poema

Como instrumentos musicales
abandonados en el campo
las partes de tu sentimiento

se disponen a conocer una quietud
la pura conversión de tu
vida en arte parece destinada

a no suceder nunca
no te importa
te sientes espiritual y alerta

como debe sentirse el aire
al girar en el cielo azul
sientes que

nunca podrás tocar algo o a alguien
de nuevo
y entonces lo haces


Trad. J.D.

miércoles, diciembre 17, 2008

en el parque 5


Hay hielo en los estanques
y un sol escuálido
me guarda las espaldas.

Desciendo al frío.
Las sombras de los chopos
van conmigo.

martes, diciembre 16, 2008

en el parque 4

Iba con prisa, sonriente, dando pequeños saltos y conversando animadamente consigo mismo, dándose instrucciones muy claras y rotundas. Parecía inofensivo, un niño grande. Su compadre invisible, sin embargo, me inquietaba bastante más.

lunes, diciembre 15, 2008

w. b. yeats, «política»

POLÍTICA

En nuestra época, el destino del hombre
presenta su sentido en términos políticos.
Thomas Mann


¿Seré capaz, estando allí esa chica,
de prestar atención
a la política española
o la romana o la soviética?
Pero aquí hay un hombre viajado
que sabe de qué habla,
y a su lado un político
que ha leído y pensado largamente,
y tal vez lo que dicen sea cierto
de la guerra y el riesgo de una guerra,
mas ah si volviera a ser joven
y pudiera tenerla entre mis brazos.

Trad. J.D.

sábado, diciembre 13, 2008

lo que el gerente le dijo a mi amigo

En el original, «What the Chairman Told Tom». El Tom en cuestión es T.S. Eliot, quien, como se sabe, trabajó unos años (los años de escritura de «La tierra baldía») en un departamento del Banco Lloyd's. Este poema de Basil Bunting (1900-1985) no es muy representativo de su trabajo, por lo común más oblicuo y blindado formalmente, lleno de ironía y de una admirable tensión verbal (hay una estupenda edición en Lumen a cargo de Aurelio Major), pero me hace tanta gracia como el primer día. Lo mejor, la forma en que parodia ciertas opiniones y actitudes que, al parecer, son tan eternas como la poesía misma. He intentado actualizarlo un poco para que no pierda un ápice de su tono amargamente sarcástico (redundancia: todo sarcasmo es, por definición, amargo).


¿La poesía? Un hobby.
Yo colecciono trenes de juguete.
Y ese de ahí, Martínez, tiene un palomar.

No es un trabajo. No se suda.
Nadie te paga por hacerlo.
¿Por qué no anuncia un gel de baño?

La ópera, eso es arte. O un musical…
Cats, por ejemplo.
Mi mujer cantó en el coro.

Pero pedirme mil quinientos al mes…
Está casado, ¿verdad?
Ya le vale.

¿Con qué cara me enfrento
al chofer de la empresa
si le pago a usted mil quinientos?

¿Y cómo sé que es poesía?
Mi hijo tiene diez años
y al menos sabe rimar.

Gano un kilo al mes sin contar primas,
más coche y dietas,
y eso siendo contable.

Lo que yo digo en mi empresa
va a misa.
¿A qué no puede decir lo mismo?

Que si una palabra aquí, otra allá…
La verdad, no es sano.
Sólo estar con un poeta me da picores.

Unos impresentables, eso es lo que son,
unos rojos y unos yonquis.
Lo que escriben apesta.

Lo dice mi sobrino, y algo debe saber,
da clases en un instituto.
Haga el favor de buscarse un trabajo.


El original, aquí.

fantastic place

He vuelto del trabajo a esa hora del otoño en que la noche, ya caída, no se ha cerrado del todo y deja respirar un poco las brasas de la tarde. He cruzado el parque, casi desierto a excepción de algún corredor y unas pocas parejas absortas. Del estanque venía un frío glacial, como de urna de piedra, ese frío que cae sobre las cosas y las deja muy quietas, aferradas a su latido expectante. Mientas subía la cuesta inicial entre las estatuas algo kitsch de viejos reyes y príncipes medievales iba sintiendo cómo la inquietud del trabajo iba quedando detrás, se fundía con la gravilla y la arena oscurecidas. Luchaba por no dejarme invadir por la tristeza, esa melancolía de segunda mano que nace del cansancio y nos empareja con la peor versión de nosotros mismos (repugnancia, una vez más, de la espiral autocompasiva, del enfermizo ir y venir sobre lo mismo). El paseo hasta el otro lado del parque ha durado unos veinte minutos, veinte minutos de frío y silencio y soledad casi inexpugnables, y cuando he salido a la luz y el tráfico de mi barrio es como si el día me hubiera dado una segunda oportunidad, una prórroga que sigue aún vigente mientras escribo estas líneas, casi cuatro horas más tarde. La sensación de tregua, de un espacio exento en el que puedo moverme con relativa fluidez, no se ha extinguido, como si hubiera interiorizado los rasgos del espacio que atravesé esta tarde: la soledad, el silencio, la ferocidad casi primordial del frío que dejaba al mundo en puro hueso de sí. Un túnel de lavado emocional, una versión mínima del desierto del que salí casi febril, aturdido, pero a la vez extrañamente sereno, como si tal cosa. Como si algo en mí hubiera dicho, ya está bien, date un poco de tiempo, date un respiro, respira. Respira. Hasta ahora.

viernes, diciembre 12, 2008

el guiño del visir

José Ángel Cilleruelo ha escrito una generosa nota-guiño sobre Poética y Poesía. Sí, tienes razón, escribir nos sirve para pensar mejor, o al menos con más precisión. Ya decía Machado que «en mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad». Al ponerlas por escrito dejamos de ser uno, rompemos esa soledad, objetivamos nuestro pensamiento y tomamos distancia de él, podemos estudiarlo, matizarlo o incluso refutarlo. Un saludo, gran visir.

otro poema de seamus heaney


La bienvenida a Castries

Tenso y dispuesto como un luchador, con las piernas separadas, sostienes ante ti el coco previamente preparado, cáliz verde con el que podrías estar a punto de practicar libaciones. En cambio, has de levantarlo, mirar a través de él y verter el agua mohosa en tu garganta.

Entretanto, con un tajo del machete sobre el tablero, el vendedor va segando casquetes de jugo y corteza y decantándolos en un contenedor de plástico. Y si alguna vez pensaste en los cocos como un fruto opulento y pardo y fibroso, olvídalo. Son desproporcionados y desiguales, con jorobas pronunciadas, mercancía de buhonero apilada en la parte trasera de las camionetas, un muladar de cáscaras abiertas y fragmentos pelados y amarillentos.

Con todo, cuando tu anfitrión te dice, «ponte así», y acerca el botín de aguachirle a tus labios, inclinándolo, algo en ti sabe responder a la invitación y declinar el adorno turístico de la pajita que el vendedor te ofrece. Frente a frente, entre los dos formáis una pequeña cuenca donde un griego recibe a otro griego.


(Este texto en prosa recuerda con exactitud lo sucedido en Castries, en el trayecto del aeropuerto a casa de Derek Walcott, cuando, detenidos al borde de la carretera, nos invitó a probar por vez primera agua de coco, bebida directamente de la cáscara. Febrero 2000).


Trad. J.D.

jueves, diciembre 11, 2008

una página, un jardín


Un repentino florecer de caracteres,

De signos vivos, surgidos de la nada
Charles Tomlinson



Manchas, bosquejos, nubes negras
en tu cielo de calígrafo,

y de pronto la lluvia sobre el jardín de musgo,
las piedras encendidas junto al estanque:

gris contra gris en la seda pintada.
En esta calma de humedades o inminencias

late la tinta incisa: una rapaz que se abate
y acobarda las aguas con sus tercos talones.

Esquejes, trazos foscos,
signos de savia que retoñan hasta extenuarse.

Pisas las baldosas humildes
y otro suelo cede, ni aquí ni allá,

entre dos mundos que se enlazan
en la punta de los dedos.

Vendrá la bruma enemiga, borradora,
pero no aún.

Entretanto pintas, no pintas,
miras los pinos desperezarse, tan cerca.

miércoles, diciembre 10, 2008

en el parque 3

Oigo un ruido de pasos
en la gravilla helada,
un chasquido vital y meridiano
que acucia en mis omóplatos.
Miro atrás, miro en torno,
y nada,
sólo el ruido de nuevo,
y nada.
(Arriba pasa el viento).
             Sólo
son las hojas que caen,
este morir incandescente de las hojas.

martes, diciembre 09, 2008

guillevic, «diálogos» y 3

Foto: Luis Burgos


– ¿Estás cansado?
– Vuelve a preguntar.
– Te cansa.
– Menos que tu silencio.



– ¿Calculas?
– A veces.
– ¿Qué, por ejemplo?
– Tu resistencia.



– ¿Anotas?
– Sí.
– ¿Lo que digo?
– Al margen.



– ¿Duermes?
– A veces me gustaría.
– Pero te veo dormir.
– Es que me duermen.



– Mira mis ojos.
– Los conozco.
– ¿Seguro?
– Seguro de que me huyen.



– ¿Es todo?
– Sí.
– ¿No hay más que decir?
– Otro tanto.



– ¿Sales?
– No.
– ¿Partes?
– Creo.



– ¿Lejos?
– Sí.
– ¿Contento?
– Adiós.



– La amistad.
– Hace falta.
– ¿Toda?
– Mira el agua.



– ¡Qué historia!
– ¿Cuál?
– La nuestra.
– ¿Es una historia?



– Y mientras, el mar.
– ¿Qué?
– Sigue.
– Como si nada.



– Abre, abrid.
– No.
– Abramos.
– Sí.


Trad. J.D.

jueves, diciembre 04, 2008

guillevic, «diálogos» 2



– Los viajes, los puertos, las islas.
– Para los demás.
– ¿Y para ti?
– Demasiado espacio.



– A tiro de piedra.
– Se dice.
– ¿Tienes práctica?
– Como si.



– Entra.
– ¿Se apoya en la barra?
– Bebe un vaso, pelea, cae.
– Ya lo he leído.



– Iba muy rápido.
– ¿Hacia dónde?
– Aleluya.
– Exactamente.



– ¿Estás a merced?
– Como de costumbre.
– ¿De las palabras?
– Además.



– Es como la hoja.
– ¿Qué hace?
– Se hace la hoja.
– Como la hoja.



– ¿Así que estuviste solo?
– Completamente solo.
– ¿En todas esas calles?
– En esas calles completamente solas.



– ¿Duró mucho?
– Demasiado.
– ¿En relación a qué?
– En relación a mí.



– ¿Qué? ¿El agua?
– Ella también.
– ¿Qué?
– Su historia.



– Es decir.
– Di.
– ¿Qué?
– No digas.



– ¿Dibujas?
– Invento.
– ¿Qué?
– La carretilla.



– ¿Otra hora?
– Nos hace tanta falta.
– ¿Para qué?
– Para preparar la nuestra.


Trad. J.D.

en el parque 2

Estas mujeres mayores, a la entrada del parque, con su mirada cauta y sus permanentes ajadas. Hablan de sus nietos o sus perros con una ternura y una comprensión que no se conceden por un instante a ellas mismas. Miran hacia rincones perdidos del aire sin deponer su sonrisa, buscando palabras contra el frío.

miércoles, diciembre 03, 2008

lotofagando


Marta Agudo y Andrés Sánchez Robayna han escrito un par de textos muy generosos sobre mi poesía para el último número de El Lotófago, la revista virtual que el galerista Luis Burgos sostiene contra viento y marea (es decir, contra la tempestad de muchos brazos de la crisis, y más en el mundo del arte). Con los artículos van también un par de poemas antiguos y una brevísima selección de «hormigas blancas».

Si visitáis la página, no dejéis de pasearos (es decir, con tiempo por delante, con tranquilidad) por sus muchos artículos y comentarios sobre arte y literatura. La sección de números anteriores, en particular, es casi inagotable.

schooldays

Llegan tarde al colegio, como cada mañana. La mayor, parecida también en esto a su madre, con mueca de apuro, la cabeza echada hacia delante, el cuerpo abrazado a una prisa insuficiente; la pequeña, no más de cinco o seis años, al otro lado de su madre pero ajena a ella, distinta de ella, con el rostro impaciente y hasta resentido, mirando con aspereza a quienes las miran como diciendo, no es mi culpa, yo no estoy aquí, sé perfectamente cómo evitarlo pero nadie me ha preguntado. No se da cuenta de que puede mantener la dignidad gracias precisamente a la mano que sostiene su madre y que le exige caminar erguida, con paso alerta y casi aéreo. Día tras día la misma escena, el mismo esfuerzo de indiferencia o distanciamiento. La misma resignación huraña y avergonzada ante unos extraños a los que, sin embargo, invoca y necesita como testigos de su pequeña cruz.

martes, diciembre 02, 2008

en el parque

Aquella pareja que paseaba con su perro por la avenida del parque. Por su forma de caminar, la inclinación silenciosa de los hombros y la cabeza, había como una grieta entre ellos, una fisura antigua; parecían separados en todo menos por su perro, que hacía de bisagra con sus andares responsables, mirando alternativamente a un lado y otro, olisqueando a conciencia setos y parterres y obligando a sus dueños a caminar juntos, casi acompasados. Su dignidad era deliberada, sabía perfectamente lo que estaba en juego, como un niño que con sus llamadas de atención trata de borrar la sombra en los ojos de sus padres. Otra forma, tal vez, de ser un buen perro lazarillo.

lunes, diciembre 01, 2008

guillevic, «diálogos» 1



– Se aburre, ese campanario.
– No.
– ¿Cómo lo sabes?
– Se caería.



– ¿Y el cielo?
– Ahí está.
– ¿Y no le dices nada?
– ¡Que mire!



– Esta puerta.
– La conozco.
– Sordomuda.
– Por fuera.



– Ese paseante.
– Pasa.
– Tal vez quisiera...
– Tal vez.



– Otra piedra.
– No es seguro.
– ¿Cómo?
– No hay más que una.



– La hoja cae.
– No lo sabía.
– La teja cae.
– Lo había predicho.



– ¿Por qué esta barrera?
– Vete a saber.
– ¿Quién lo sabe?
– Ni tan siquiera ella.



– Y el verano, ¿puede durar?
– Pues claro.
– ¿Pero mucho, mucho tiempo?
– Todo un instante, tal vez.



– Un páramo, ¿qué es?
– Un espacio que muerde.
– ¿A quién?
– Al espacio.



– El reloj de pared.
– ¿Qué hace?
– Se acostumbra.
– A repetirse.



– Llaman a la puerta.
– Es el viento.
– Entonces, ¿por qué ese miedo?
– ¿Qué viento es?



– Bajo el suelo.
– Un techo.
– ¿Entre los dos?
– Lo que cuenta.



– Lo que quieres.
– Bastantes cosas.
– Se ahuecan ante ti.
– Luego existo.



– Una bola que rueda.
– Para eso está.
– ¿Y cuando no rueda?
– Es una bola.



– Las puertas.
– Me dan miedo.
– Pero duermen.
– ¿Sobre qué?



– Otro muro.
– Hace falta.
– Pero ¿un muro para nada?
– Es lo que hace falta.



– Con prismáticos.
– Es bastante triste.
– ¿Por qué?
– No alargan los brazos.



– Un guardia de guardia.
– En pleno campo.
– ¿Y qué guarda?
– El horizonte, tal vez.



– Hay cinco continentes.
– No se me dan bien.
– ¿Qué?
– Las divisiones.


1971-1976


Trad. J. D.

de Autres (poèmes 1969-1979), Gallimard, París, 1980; Diálogos, Nómadas, Oviedo/Gijón, 2000.

domingo, noviembre 30, 2008

en la calle

Mientras hablaba por teléfono iba caminando abstraída, pisando el bordillo, cayendo a veces del lado del asfalto para volver de un salto a la acera. Como si quisiera mostrarnos que su conversación, lo que allí se decía entre largas pausas y monosílabos cortantes, con labios incrédulos, pendía literalmente de un hilo.

sábado, noviembre 29, 2008

money

El joven, con excepciones, no conoce la naturaleza coercitiva del dinero, es decir, su peso en las acciones e inacciones de sus mayores. Su juicio de estos actos es severo y su severidad, ignorancia. Pero, si es inteligente, seguirá bebiendo a sorbos de esa ignorancia –de esa inocencia– toda su vida. De otro modo, llegará a pensar que todo es justificable, que el dinero es la medida y respaldo de todas las cosas. Él mismo sentirá en sus carnes el látigo del dinero, el yugo inalterable de su obtención y su comercio. Mantendrá la cordura si recuerda sus viejas sentencias, la exageración de los absolutos que con tanta alegría y desconocimiento aplicaba a los demás. Y, como recompensa, le darán espacio para tomar aliento, esquivar la llave de luchador de sus propios compromisos.

sueños

Los sueños como serpientes que cruzan la tierra de la noche. La duermevela del despertar nos sorprende rastreando sus madrigueras.

viernes, noviembre 28, 2008

el fantasma del traductor

A menudo asocio ciertas traducciones a las imágenes mentales que presidían mi trabajo. Mi recuerdo de la traducción de Los césares, de Thomas de Quincey, por ejemplo, está ligado a una calle de Oxford por la que pasaba ocasionalmente de camino a la Taylor Institution, hace exactamente diez años. Una y otra vez, mientras rescribía a De Quincey, primero a mano en la libreta y luego en la pantalla del ordenador, pensaba en aquella calle, me situaba en uno de sus tramos, retenía su atmósfera, su juego de luces y sombras: una calle patricia y silenciosa, de fachadas de arenisca con puertas pintadas de colores vivos y escaleras siempre húmedas donde los estudiantes recostaban sus bicicletas. Se trataba, sin duda, de un truco de la mente para guardar fuerzas y favorecer la concentración; una forma de prevenir distracciones y blindarme contra mi entorno inmediato. Sin embargo, ahora pienso que era algo más: yo estaba realmente ahí y realizaba mi trabajo en ese tramo concreto de calle; mi otro yo, a la búsqueda de una atmósfera más propicia, había terminado regresando a Oxford, tal vez porque allí había traducido a De Quincey por primera vez y una vaga superstición le vinculaba a aquel lugar. Yo era mi fantasma, y el fantasma era el traductor.

jueves, noviembre 27, 2008

un poema de seamus heaney


TURBERA
Para T. P. Flanagan

No tenemos praderas
para cortar un gran sol al atardecer;
el ojo en todas partes
acata un horizonte intruso,

se deja cortejar por el ojo de cíclope
de una charca. Nuestro campo abierto
es ciénaga que insiste en encostrarse
entre las apariciones del sol.

Han extraído el esqueleto
del Gran Alce irlandés
de la turba, lo han puesto en pie,
un soberbio armazón lleno de aire.

Mantequilla enterrada
más de cien años
reapareció salada y blanca.
La tierra misma es tierna, mantequilla negruzca

que se funde y se abre a cada paso,
a millones de años de distancia
de su última definición.
Jamás extraerán carbón de aquí,

sólo los troncos anegados
de grandes pinos, blandos como pulpa.
Nuestros pioneros siguen avanzando
hacia dentro, hacia abajo,

en cada tira que desprenden
hay sospechas de asentamiento.
Las cunetas parecen filtraciones atlánticas.
El húmedo centro no tiene fondo.


(de Wintering Out, Londres, Faber & Faber, 1973)

Trad. J.D.
Original, aquí.

martes, noviembre 25, 2008

ángel campos pámpano

Como dice Álvaro Valverde, cuesta mucho creerlo. De hecho, yo aún no puedo. El poeta y traductor Ángel Campos Pámpano ha fallecido esta mañana en Badajoz. Tenía 51 años.

«Concededme siquiera este refugio, este lugar al sol donde escribir sin culpa, libremente, donde cada palabra sea un acto de amor que se hace piedra, flor del sueño, sed de nubes. Siquiera este refugio, esta orilla secreta, donde todo es más fácil.»

ted hughes, "widdop"

Fay Godwin, "Top Withens"


Donde no había nada
alguien dispuso un lago amedrentado

Donde no había nada
hombros de piedra
se abrieron para sostenerlo

De las estrellas vino un viento
descendió al agua olió el temblor

Con los ojos cerrados, con las manos
enlazadas
................los árboles
se ofrecieron al mundo

El brezo se encogió, asustado

Nada no hay nada
hasta que una gaviota

Rompe
.............escapa

De la nada a la nada:
.................................un rasguño en la tela


Trad. J.D.

lunes, noviembre 24, 2008

algunos pájaros de charles reznikoff


Siempre que mi hermana ensayaba
cierta obra para piano
y llegaba a cierto pasaje
–no muy bueno, en su opinión–
un pájaro volaba hasta el alféizar
y entonaba unas pocas notas.

El pájaro debe haber oído
lo que el intérprete,
y tal vez incluso el compositor,
no oyeron; y recuerdo un dicho hindú:
una obra de arte tiene muchos rostros.

*

Por favor, no subestimes al estornino:
no tiene las hermosas alas del arrendajo;
y su canto,
por decirlo amablemente,
no es desde luego digno de elogio.
Pero las cosas le han ido bien,
su número crece,
y ha tomado posesión de algunos de los edificios más elegantes de la ciudad
para alojarse.

*

La hermosura del grajo azul
mientras vuela de rama en rama.
¡Pero sus gritos!

*

No debes suponer
que todos los que viven en la Quinta Avenida
son felices: he oído a las gaviotas chillar
desde el depósito de agua de Central Park.

*

La gaviota moribunda,
sola sobre una roca:
incapaz de volar, extiende sus alas
y levanta la cabeza
–de tanto en tanto–
con un grito agudo.

*

El pico del gorrión palmea al escarabajo
y éste echa a zumbar ruidosamente
como si el pájaro hubiera puesto en marcha un despertador.

El escarabajo vuela por el aire
en una serie de torpes volteretas
y el gorrión le sigue con elegancia.

*

Un bosquecillo de árboles diminutos, ramas cargadas de bayas,
y, en su interior, el gorjeo constante de los pájaros.
De los árboles del parque, en este día frío y ventoso,
a falta de hojas
cuelgan papeles: tiras de papel sucio.

*

¡Escuchad!
La sirena del coche de policía,
y esa otra, la de los bomberos.
También nuestra ciudad tiene sus pájaros nativos.

*

Ha llovido toda la noche
pero el parque está hermoso
esta mañana de primavera.
Excepto, supongo, por la lombriz que un tordo acaba de desenterrar
de un recuadro de tierra húmeda
y está cortando en pequeños trozos
con su pico afilado.


Charles Reznikoff (1894-1976)

Trad. J.D.

domingo, noviembre 23, 2008

contraprogramación

Me ha parecido muy revelador, una especie de acto fallido de los responsables de la cadena. Después de una curiosa entrevista con Rafael Sánchez Ferlosio, decepcionante más que nada por Gabilondo, incapaz de sacar poco o nada de provecho de su entrevistado, CNN+ ha dedicado su programa “Imágenes del siglo XX” a rememorar la historia de Walt Disney y su pegajoso imperio... No hace falta haber leído mucho a Ferlosio para conocer su contundente opinión de la estética (y la ética) Disney, pero ni por esas: a su entrevista le han adosado sin contemplaciones primeros planos de Mickey Mouse y el pato Donald. Pura casualidad, claro. Como si el inconsciente de algún programador hubiera decidido hacer la guerra por su cuenta.

viernes, noviembre 21, 2008

audio

La Fundación Juan March ha colgado ya los archivos en audio (en un formato mp3 de lo más accesible) de la conferencia (presentada por Antonio Gallego) y la lectura de poemas que di la semana pasada. También permite descargar un pdf del cuaderno que se ha editado con motivo de estas dos sesiones. Allí podréis encontrar algunos poemas, nuevos y antiguos, y también diversas notas sobre poética que he ido recopilando recientemente, además del texto de la conferencia, claro está.

miércoles, noviembre 19, 2008

[el tibio sol de octubre...]

El tibio sol de octubre alumbra los ramajes, las blancas telarañas que ondean en el aire más limpio de la tarde. Su fulgor no calienta, tan sólo te concede una tregua de luz, una rara pureza en la que fluyes dócil, desnudo de ansiedades y deseos. El tiempo no te ha dado una sangre serena, una casa de aliento, el refugio leal de una sabiduría capaz de concertar los días con las noches, la furia y la quietud; sólo estos paréntesis fugaces, esta ilusión sin cuerpo como el verde borroso de los sauces. ¿Existe ese saber, existió alguna vez, serás capaz de hallarlo o merecerlo bajo el signo variable de los cielos? La memoria encomienda sus cenizas, los rescoldos latentes donde un turbio sentido se agazapa; su temblor, más ligero que tu nombre, oculta sin embargo una celada, los ávidos grilletes del eterno retorno. Miras el seto de boj, el laurel polvoriento en la última luz, cómo consienten ahora en apagarse bajo el áspero gris de algunas nubes. Carecen de pasado, de raíz en el tiempo. No hay temor en su ingreso reiterado en lo oscuro, en su diario replegarse sobre la tierra helada. ¿Guardan algún recuerdo de la tarde, de este aire pacífico que iguala con su lumbre las muescas de la escena, la sabia confusión de lo real? Impasibles, giran sobre sí mismos en el tiempo, sin advertir al hombre que vela, interrogante, y en el lienzo curtido de sus formas se descubre mortal, turbado por un miedo que no entiende, que no sabe esconder. El día fue un desierto que tus actos poblaron inútilmente, y esta breve quietud un espejismo a punto de anegarse en la penumbra. Sientes frío en la sangre, algo como un temblor o una inminencia. Has visto despoblarse los caminos del parque. La luz cae rasante sobre la arena sucia.


Este poema es un poco el reverso o negativo de «Elegía», que colgué aquí hace unas semanas. Lo escribí hace algo más de cuatro años y una primera versión apareció en la antología Campo abierto. Lo recupero ahora para recordar, tal vez, que no todo tiempo fue necesariamente mejor…

martes, noviembre 18, 2008

una reflexión

He dejado pasar unos días esperando que el asunto amainara, o al menos, para que mi opinión del asunto se enfriara un poco, pero, visto que El País ha decidido hacer campaña con él y que mucha gente del mundo literario (incluido más de un amigo) parece haber perdido la cabeza o el sentido del equilibrio en este caso concreto, me decido a consignar en esta bitácora unas pocas líneas de reflexión. Me refiero, claro está, al affaire Luis García Montero.

Porque una cosa es que le hayan condenado a pagar una multa por injurias y otra muy distinta que él haya decidido dejar la Universidad y su puesto de catedrático. Una cosa no se desprende, ni por asomo, necesariamente de la otra. Su decisión de abandonar la docencia es de índole exclusivamente privada y se fundamenta, imagino, entre otras, en circunstancias personales: para empezar, económicamente se lo podrá permitir. Coincido en la opinión que García Montero y otros muchos tienen del profesor Fortes y de la doctrina más o menos insultante y escandalosa que ha impartido desde su púlpito, puedo incluso pensar que la sentencia del señor juez es algo severa, pero la verdad judicial es esa y ante ella no caben, en sucesión inmediata, sino dos opciones: o recurrir o pagar religiosamente y pasar página. García Montero no sería la primera ni la última persona (¡faltaría más!) en tener que convivir laboralmente con alguien a quien detesta. No digamos ya en el contexto de la Universidad española, donde los cuchillos vuelan por chiquilladas de patio de recreo. ¿Realmente el periódico más importante del país tiene que dedicar una página completa de su sección de cultura, en dos y hasta tres ocasiones, para hablar de este asunto? Los que sabemos qué difícil es que El País comente alguna novedad editorial, o una exposición de interés, o cualquier actividad cultural que no caiga cerca del radio de acción y de interés de Prisa, nos quedamos sorprendidos ante este derroche de papel y tinta. Que yo sepa, la Universidad no ha echado a García Montero de su puesto, nadie lo ha expedientado, nadie ha buscado su ruina profesional. Repito: su decisión de dejar la docencia es absolutamente personal, sólo le interesa y atañe a él y a sus amigos, colegas y alumnos. Si El País tuviera que dedicar espacio a todos los conflictos laborales que se dan en nuestra Universidad, y a las reacciones y movimientos de sus protagonistas, no habría sitio para más.

Luego han llegado las circulares, el blog abierto para que uno pueda estampar su firma de apoyo, los actos de homenaje a García Lorca, Ayala y García Montero, todos juntos y no revueltos en una tríada significativa. Uno se pregunta (nada inocentemente, claro está) a quién beneficia tanto ruido de vestiduras rasgadas. ¡Cuánta publicidad! ¡Y cuántas profesiones de fe de progresismo! Resulta todo un poco extraño. Y también un poco irritante, la verdad. No se es menos progresista por no comulgar con ciertas ruedas de molino. Más bien al contrario. ¿O es que hay gente que está tan acostumbrada a que no les lleven la contraria, tan imbuida de su verdad y probidad moral, que no acepta la más mínima inconveniencia?

lunes, noviembre 17, 2008

un poema de leonard cohen

LA CANCIÓN DEL CORNUDO

Si esto parece un poema
ya te aviso desde el comienzo
que no era mi intención.
No quiero convertir nada en poesía.
Lo sé todo de ella
pero eso ahora no importa.
Esto es algo entre tú y yo.
Personalmente, me importa un carajo
quién llevó a quién:
de hecho, me pregunto si algo me importa en verdad.
Pero se supone que un hombre debe decir algo.
En cualquier caso: la ahogaste en cerveza,
te la llevaste a tu cuarto, pusiste los discos apropiados,
y en una hora o dos todo acabó.
Lo sé todo de la pasión y el honor
pero por desgracia aquí no pintan nada:
ah sí hubo pasión ya me imagino
e incluso un poco de honor,
pero lo importante era ponerle los cuernos a Leonard Cohen.
Joder, ya que estamos, puedo decírselo también a ella.
No me queda tiempo para escribir más.
Debo rezar.
Debo esperar junto a la ventana.
Lo repito: lo importante era ponerle los cuernos a Leonard Cohen.
Me gusta esa línea porque incluye mi nombre.
Lo que realmente me pone enfermo
es que todo sigue como antes:
todavía soy una especie de amigo,
todavía soy una especie de amante.
Pero no por mucho tiempo.
Por eso os aviso.
De hecho, me estoy transformando en oro.
Es un proceso largo, dicen,
ocurre por etapas.
Esto es para informaros
que ya me he transformado en piedra.

Trad. J.D.

viernes, noviembre 14, 2008

reginald gibbons

Acabo de enterarme de que mi buen amigo el poeta, traductor y ensayista Reginald Gibbons ha sido nombrado nada menos que finalista del National Book Award en EE.UU., algo así como el Premio Nacional de Poesía en nuestro país. Me ha dado un alegrón. Gibbons no es sólo un enorme poeta, sino también uno de los grandes editores y animadores poéticos de su país. Su paso por la revista Triquarterly fue memorable. Y, por si fuera poco, es el responsable de la mejor traducción, con diferencia, de la poesía de Luis Cernuda al inglés; la que leyó Harold Bloom, por ejemplo.

Conocí a Reg Gibbons en el otoño de 2002, en el transcurso, precisamente, de un congreso sobre Cernuda celebrado en el Colegio de México. Un hombre encantador, de maneras suaves, culto y refinado como sólo pueden serlo a veces los norteamericanos, que hablaba un correctísimo español, con un notable acento, eso sí. Traductor también de Sófocles (ahora lleva un tiempo traduciendo poesía rusa), ensayista y autor de una sola novela (Bittersweet, muy recomendable), su poesía recoge una doble herencia: la precisión y claridad verbal de Pound y el aliento moral, empeñado en el trato con la historia y las historias del presente, de un Auden o un Milosz. Mi afición a los bestiarios me llevó, no obstante, a traducir este poema breve y (lo reconozco) no demasiado representativo de su poesía última. Aquí lo veo más bien como una mezcla de Ted Hughes y Charles Simic.

Enhorabuena, Reg.


Invierno

Llega un cuervo y se posa en el árbol.
Me estudia.
...................Va a sacarme los ojos.
Mis vecinos me ofrecen todos
sus rifles. Le pego un tiro.

Herido, se desploma entre las ramas, muere,
buscando enderezarse, y aterriza en la nieve.

Pero ahora, aún vivo, empieza a caminar, se tambalea,
sus alas dejan marcas brillantes y encarnadas
como runas antiguas, signos de cantos y lamentos.

El cuervo que iba a sacarme los ojos,
predador, carroñero, ladrón
de vida.
No obstante es él, no yo, quien escribe con sangre el poema
que nadie ha de negarlo es bueno.


Trad. J.D.

sábado, noviembre 08, 2008

algo personal

«No te lo tomes como algo personal», me dice, antes de lanzarse a hablar, y no veo el momento de ponerme la armadura.

jueves, noviembre 06, 2008

más publicidad

Mis queridos Sergio Gaspar y Juan Manuel Macías han tenido la gentileza, y la generosidad, de acoger mi trabajo en la sección de «Firmas invitadas» de la página web de DVD Ediciones. No puedo estar más contento con su invitación, la verdad. Podéis leer el resultado aquí.

martes, noviembre 04, 2008

y ahora, unos minutos de publicidad


Interrumpo brevemente la programación de esta bitácora para anunciaros que los próximos martes 11 y jueves 13 de noviembre estaré en la Fundación Juan March (Castelló, 77) dentro del ciclo «Poesía y Poética». La cosa funciona así: el martes leo una conferencia sobre poética y el jueves una selección de poemas. Las dos sesiones tienen lugar a las siete y media de la tarde. Para más información, podéis abrir este enlace.

Y el martes 18 de noviembre, esta vez a las ocho de la tarde, estaré en la Fundación Carlos de Amberes (Claudio Coello, 99) leyendo poemas con el escritor neerlandés Huub Beurkens (también tiene blog; aunque está en neerlandés, he visto que tiene materiales en otros idiomas). Hay más información aquí.

Sé bien que son demasiadas convocatorias para una sola semana (las cosas salen así, no se planean), pero me encantaría veros alguno de estos días, donde y cuando os vaya mejor.

lunes, noviembre 03, 2008

un poema de stephen spender


A MI HIJA

Su mano entera apresando mi dedo con su brillo
Mi hija, caminando ahora junto a mí.
Ya siempre sentiré un anillo de luz
Envolver invisible este hueso: cuando ella haya crecido
Tan lejos de este día como sus ojos que ahora están lejos.

Trad J.D.

domingo, noviembre 02, 2008

sábado, noviembre 01, 2008

un retrato

No me deja saludarla con un beso por si le contagio mi resfriado. Así, supongo, mantiene a distancia las aristas del mundo, sus extremos de alegría y tristeza. Vive en el clima templado de una ecuanimidad que te mira sin verte. Ha logrado que mi entusiasmo comience a parecerme un virus vergonzante.

miércoles, octubre 29, 2008

reproche

Todo lo que escribe son cartas al que fue, al que será, al que quisiera ser: cualquier cosa menos hablar con quien es.

partida nocturna

Cada noche juegan al ajedrez. Terminan durmiéndose, pero siguen con la partida en sueños. El primero que despierta pierde.

martes, octubre 28, 2008

el "rinoceronte" de durero


Así concibe a este animal: triste
y peligroso, y tan distinto de sí mismo
que le añade armadura y otro cuerno
para hacerlo creíble.
..............................Criatura que conoce de oídas,
vacila al borde mismo de la geometría
o evoca El caballero, la muerte y el diablo;

y ser preciso es menos de lo que pretendió
al tomar pluma y tinta, nombrar las partes
y esbozar sombras deliberadas en el cráneo
y vientre, como las grietas de oscuridad
en el plumaje de las alas de un ángel.

No llegó a conocer la bestia de primera mano
sino que la ensayó a partir de un apunte
o el recuerdo borroso de un tercero;
y aunque sin duda oyera que el barco donde navegaba
había zozobrado, no pensó en dibujar
su pausada caída en el agua asfixiante,
alzando la cabeza para entrever la luz salvaje
de la creación divina, encerrada entre cielo y sal.

John Burnside

trad. J.D.

lunes, octubre 27, 2008

leonard cohen / cuatro poemas


Visto el éxito (siempre relativo, claro está) que han tenido los tres poemas de Leonard Cohen que colgué la semana pasada, repito la operación y cuelgo cuatro más, en un tono bastante más irónico (aunque la melancolía nunca está muy lejos). Creo que os gustarán.

La foto es espléndida, por cierto. Tengo la sensación de que fue tomada en Grecia en algún momento de los años sesenta, pero no me hagáis mucho caso. La he sacado de una página web, pero no he encontrado ni rastro de su autor.


ME PREGUNTO CUÁNTA GENTE EN ESTA CIUDAD

Me pregunto cuánta gente en esta ciudad
vive en cuartos amueblados.
De noche, cuando contemplo
ante mí los edificios
juraría que veo un rostro en cada ventana
mirándome,
y cuando me vuelvo
me pregunto cuántos regresan a sus mesas
y escriben esto.


LA MÚSICA SE NOS INSINUÓ

Quisiera recordar
a la dirección
que las bebidas están aguadas
y la chica del guardarropa
tiene sífilis
y la banda está compuesta
por antiguos monstruos de la SS
Sin embargo ya que es
Nochevieja
y tengo cáncer de labios
me pondré el
sombrero de papel en mi
magulladura y bailaré


ME GUSTARÍA LEER

Me gustaría leer
algunos de los poemas
que me llevaron a la poesía
no recuerdo una línea
ni tan siquiera una pista

Lo mismo
ocurrió con el dinero
las chicas y las conversaciones de madrugada

Dónde están los poemas
que me llevaron
lejos de lo que amaba

hasta llegar aquí
desnudo con la idea de encontrarte


QUÉ HAGO AQUÍ

No sé si el mundo ha mentido
Yo he mentido
No sé si el mundo ha conspirado contra el amor
Yo he conspirado contra el amor
Que exista la tortura no es un alivio
Yo he torturado
Incluso sin la nube atómica
yo habría odiado
Escuchad
yo habría hecho lo mismo
aunque no hubiera muerte
no seré sostenido como un borracho
bajo el frío grifo de los hechos
niego la coartada universal

Como una cabina de teléfono vacía
revivida en la memoria
como los espejos de una sala de cines al salir
como una ninfómana que une a miles
en extraña hermandad
espero
una a una vuestras confesiones

trad. J.D.

jueves, octubre 23, 2008

lectura de Kunze

Por cierto, para los que no pudisteis estar en la lectura de Reiner Kunze de hace tres semanas, el CBA ofrece la posibilidad de escuchar en su página web al poeta alemán, acompañado en esta ocasión de Jaime Siles, que lee sus traducciones españolas. Aquí está el enlace.

unas líneas de northrop frye

Otelo no era más que una farsa sangrienta según los criterios teatrales del sagaz y erudito Thomas Rymer. Rymer tenía toda la razón, dentro del límite impuesto por sus criterios; es como la gente que dice que Blake estaba loco. Uno no puede refutarlos; uno simplemente pierde interés en su concepción de la cordura... Me pregunto si estamos ante juicios críticos o, por el contrario, ante simples aberraciones de la historia del gusto.

miércoles, octubre 22, 2008

simic dixit

Un crítico reciente ha enumerado lo que define como «el lexicón» de la poesía reciente. Las palabras que se repiten con más frecuencia son: alas, piedras, silencio, aliento, nieve, sangre, agua, luz, huesos, raíces, joyas, vidrio, ausencia, sueño, oscuridad. Su acusación es que estas palabras son utilizadas con fines puramente ornamentales. No se le ocurre al crítico que estas palabras puedan tener una vida intensa para una mente de inclinación imaginativa e incluso filosófica.

de Charles Simic, Fantásticas palabras, silenciosa verdad (Notas 1975-1985)

martes, octubre 21, 2008

las afueras


DOMINGO EN GLASTONBURY

Sucede en las afueras,
en la fragilidad de los suburbios,
donde la luz parece clarear
a través de los muros.

Mis zapatos se yerguen sobre el suelo
como tumbas abiertas.

Las cortinas no saben qué pensar,
pero son obedientes.

¡Qué extraño que piense en la India!
La riqueza no es más que ausencia de gente.

Robert Bly
trad. J.D.

lunes, octubre 20, 2008

leonard cohen / tres poemas


Revisando antiguos cuadernos (la clásica maniobra de despiste cuando no tengo la cabeza para escribir), encuentro algunos poemas del maestro Cohen que traduje hace lo menos diez años. Me fascinan estos pequeños poemas, escritos en la época en que trabajaba en su primer disco: su ternura, su ironía, su brevedad punzante y a la vez hospitalaria. Ojalá os gusten (hay más, ya los iré colgando en los próximos días).



POEMA

He oído hablar de un hombre
de voz tan bella
que si tan sólo dice sus nombres
las mujeres se entregan a él.

Si permanezco mudo junto a tu cuerpo
mientras el silencio florece como un tumor en nuestros labios
es porque oigo a un hombre subir las escaleras
y aclarar su garganta tras la puerta.



CANCIÓN

Casi me fui a la cama
sin recordar
las cuatro violetas blancas
que puse en el ojal
de tu jersey verde

y cómo te besé entonces
y tú me besaste
tímida como si nunca
hubiera sido tu amante



REGALO

Me dices que el silencio
se encuentra más cerca de la paz
que los poemas
pero si de regalo
te trajera silencio
(pues conozco el silencio)
dirías
Esto no es silencio
sino otro poema
y me lo devolverías.
.

sábado, octubre 18, 2008

día de excursión

Cuando se internó en el bosque, no supo qué dirección seguir. Todas las sendas le parecían igual de prometedoras hasta que, para su alivio, encontró flechas talladas en la corteza de los árboles indicando el rumbo. Pisó la tierra alegremente. Aún sonreía cuando, días más tarde, le encontraron muerto con una flecha en la garganta.

viernes, octubre 17, 2008

por cierto

No te hagas ilusiones, escribir tampoco te permitirá salirte con la tuya.

*

¡Que también en el cielo haya jerarquías!

*

Palabras que no comprenden del todo lo que significan.

*

Sólo sabía decir una frase. Pero ¡qué habilidad para que nunca sonara fuera de lugar!

*

Verdades como puños.
Hazte a un lado, no cedas a la provocación.

*

El que sólo abre su puerta para ver pasar entierros.

*

Bailar, vencer al aire en su terreno.

viernes, octubre 10, 2008

norte y sur

Pelayo Ortega
Tarde de otoño en la playa de San Lorenzo,1989
Carboncillo y pastel / papel, 50 x 65 cm.


Hay algo en esta luz, en el sesgo tenue y matizado de la luz del norte, más determinante de lo que solía pensar. A sus pies el mundo está como sumido en sus formas, guarda una grisura discreta, no llama la atención sobre sí mismo: hay que mirar largo tiempo para hacerse con él, volver una y otra vez sobre el paisaje para deslindar y encender sus formas; hay que darle, en fin, mucho de uno para que cobre vida, proyectando nuestra imaginación y nuestro deseo en un esfuerzo por disipar la oscuridad, conjurar el silencio de esa noche unánime y primordial que amenaza con invadirlo cada poco. No es como la luz violenta del sur, que estalla en múltiples y nerviosos paroxismos, que salpica los ojos y los sentidos con una insolencia juvenil que hace a un lado cualquier resistencia: los colores y las formas se nos ofrecen con impudor, compiten por nuestra atención con una ferocidad que puede ofuscar al pensamiento: todo está ahí, al alcance de la mano, basta con tomarlo y blandirlo en el aire, cantar sus alabanzas, henchirse de mediodía.

La luz del norte exige otra sintaxis, otro movimiento del pensar. No importa el turno de las estaciones: por debajo de cambios aparentes, aquí las cosas se remansan en su aparente atonía, en sus grises y verdes y ocres que atenúan las fronteras, las diferencias, y la mente las persigue con tiento insistente, con la prudencia ávida del que no desea espantarlas pero siente el imperativo de la búsqueda y la posesión: quiere hacerse un hueco entre ellas, indagar en su distancia y su misterio. El pensamiento también se remansa, discurre en una espiral que extrae cada vez nuevas conclusiones, o la misma infinitamente matizada, afinada. Y se habla con otra voz, menos brillante y decorada, llena de graves sutiles que avanzan por debajo de la melodía principal hasta alcanzar su destino. Todo lo obtenemos con esfuerzo, en una tensión activa que nos obliga a ponernos de parte del mundo, proyectando en él nuestros deseos y fantasmagorías, nuestros giros mentales y nombres privados. Para los ojos del norte, en fin, la plenitud no es un instante sino un proceso, no es la hora rigurosa y solar del mediodía sino el lento entreverarse de la conciencia y el mundo, la hora declinante del atardecer, cuando más importa arrebatar a la noche el secreto de las formas, el misterio de lo visible.

(de Fragmentos de una poética en curso)
.

jueves, octubre 09, 2008

elegía

Lo profundo es la sangre aquí dentro,
cintas y más cintas de glóbulos errantes,
discos que fluyen intramuros con lavas caudalosas,
el líquido hormigueo de las venas
como galería de espejos
donde vida y sueño se replican eternamente.
El muchacho que leía en la luz aterida del norte
sigue leyendo bajo acacias africanas
y ve cómo su sombra es su hija, la sombra de su hija.
Las palabras se hicieron savia,
nervadura,
áspera corteza bajo la cual bullían
esquinadas metamorfosis: él mismo.
Entretanto, la sangre siguió girando a ciegas,
abriendo espacio en el espacio de un cuerpo
—páramos, ciudades, dormitorios y oficinas,
demonios y esplendores.
¿Qué importa si hubo vértigo, si el baile
fue a veces aquelarre,
premonición de ruina?
Ahora sólo escucha el parpadeo de los ramos
y la carne de su carne ensanchando el presente.

Lo profundo es la luz aquí dentro.
.

miércoles, octubre 08, 2008

nuevo número de minerva

Ya está en la calle el nuevo número, el 9, de Minerva, la revista del Círculo de Bellas Artes. Está en la calle y también en la red, donde podéis acceder sin restricciones a todos sus contenidos (aunque la versión en papel, material, es muchísimo más atractiva y amena de leer; sigo sin acostumbrarme a la pantalla para disfrutar de un texto). El índice de este número 9 no puede ser más suculento: Juan Gelman, Harold Pinter, Dalton Trumbo, Lukács sobre Goethe, Kafka, Chema Madoz, entrevistas con Amos Gitai y Philippe Jaccottet y poemas de Henrik Nordbrandt, Nuno Júdice y Antonio Gamoneda, entre otros. No dejéis de ir. El enlace os lleva directamente a la sección de Voces Europeas, lo sé, pero por algún sitio hay que entrar. Hay mucha poesía en este número, hasta un puñado de breves poemas de Kafka tomados de sus cartas y diarios. Que aproveche.

miércoles, octubre 01, 2008

un poema de john burnside


LAS AFUERAS

Domingo por la tarde pasado por agua; después de la lluvia un viento bíblico riza los charcos de Station Road; por los setos que rodean el colegio femenino un trino elaborado fluye a través del húmedo aroma de las rosas, como una nueva forma de música que hubiera evolucionado del agua.

La historia espiritual de las afueras: tablas flamencas de loros y cacatúas, damascos chinos, porcelanas estilo Kraak, naturalezas muertas de especias y fruta, cochinilla, ruibarbo y jengibre importados; botellas de pepinillos y sirope de arce en mesas de cocina, helado y limones, radios sonando en cuartos vacíos, como cuando el director busca una atmósfera de suspense en una película de misterio de los años cincuenta; las afueras tienen siempre una calidad abstracta, como una frase aprendida de memoria que repetimos hasta que las palabras se vuelven mágicas.

De noche las afueras se transforman. La acción de baja intensidad que tiene lugar durante el día bajo la superficie se intensifica, como madera de mala calidad alabeándose bajo la chapa: en el jardín irrumpen zorros que hozan en cubos de basura tirados, el vacío toma forma y se aproxima desde el centro del césped, un demonio blanco que sonríe en la oscuridad, y comprendo al fin que resido en un lugar inventado cuyo único propósito es la evitación, y lo que quisiera evitar es lo que llevo conmigo, siempre.

*

Solíamos pasear por las afueras, espiando en las casas de la gente que parecía tener dinero: interiores de perfecta quietud, dueños de un orden insoportable; cuencos Imori y pianos de cola domésticos; guantes en la entrada; espejos; pinturas de barcas y paisajes; las personas, los perros falderos a los que peinaban, hasta el espacio en el centro de cada estancia no parecían sino un elemento más del mobiliario al que sacar brillo y asegurar con una póliza.

En invierno el barrio de las afueras se vuelve japonés. Es tranquilo y formal: hay mesas de piedra y criptomerias en los patios vallados, envueltos en mangas firmemente cosidas de nieve inmaculada. Algo falta, no obstante: una ausencia que sólo se llena por un tiempo con el rojo de la furgoneta de correos en el callejón, o el sonido de unos pasos haciendo crujir el hielo. Al borde del bosque, más allá de lo que puede llamarse razonablemente las afueras, en la linde ya mítica del campo, un buzón de correos se yergue entre ventadas de la misma blancura, llenado su espacio con un color y una solidez que las afueras no pueden emular.

Por tal razón, los últimos rituales verdaderos sólo suceden aquí: los habitantes de las afueras están obligados a una atención al detalle que una vez fue religiosa y que ahora carece de sentido. El barrio tiene sus propias pautas: ordenamientos de botellas en los peldaños de la puerta principal y hielo rascado en los senderos de entrada, promulgaciones de tareas y deberes, conversaciones en las verjas y en los setos, movimientos de barrido y atado, cálculos arcanos de coste y distancia. Toda esta actividad está diseñada para hacerlo parecer real –un lugar común–, pero sus residentes no pueden evitar la idea, como la idea que a veces surge en sueños, de que nada es sólido, y de que el barrio de las afueras no es más corpóreo que un espejismo en una ventisca, o las ondas temblorosas de una carretera de salida donde las manchas de gasolina se evaporan al sol.

*

El sueño recurrente es también un recuerdo: salgo del humo y el ruido de una fiesta en las afueras al frescor de un jardín que huele a lirios y hierba santa; las estrellas están cerca, frías, centelleantes, y quiero estirarme y frotar los dedos en sus puntas. Doy un paso y me subo a las ramas más altas de un manzano, a la humedad y el aroma donde una muchacha con un vestido blanco está de pie, medio en sombra y medio iluminada, perfumada de lirios, como si perteneciera al jardín y pudiera alzarse y fundirse en él a voluntad.

No hay necesidad de hablar; nos oímos mutuamente los pensamientos; fluyen juntos a través de la música y las voces, no sólo sonidos, sino también fragancias y fragmentos de visión: luces, polillas, perfumes, túneles, corrientes. Ideas a medias: la anotación de una tendencia a lo circular, una pulcritud que he conocido durante años, expresada en una extraña álgebra de topónimos y símbolos en mapas de carretera.

Pasado un tiempo, en el sueño y en el recuerdo, ella desaparece. Regreso al interior de la casa y la cocina está vacía, salvo por una ausencia donde algo acaba de ocupar mi sitio, dejando un vaso de leche a medio beber en la mesa, algún ángel de pesos y medidas que pasó por aquí y acaba de marcharse; oigo el ruido de su motor en la oscuridad, una brillante configuración de viejos dioses, Pan-Shiva, Perséfone-Ishtar, el Jano-Cristo de umbrales y encrucijadas, la huella de un niño que nunca ha entrado en casa y nunca lo hará, que permanece a la intemperie haga el tiempo que haga, que nunca ha de crecer o morir, que está siempre, en toda circunstancia, jugando fuera.

*

A última hora de la tarde, la gente en casa; zarpas gatunas de luz en las hojas del melón dulce, aspersores activándose y siseando en céspedes desiertos. A una milla de distancia, la estación de tren en desuso está sepultada entre parras y laurel cerezo, medio entregada al bosque, como un templo erigido a un dios casi olvidado; a media milla en la dirección contraria, cruces y ángeles de piedra se yerguen cubiertos de líquenes de camposanto, las ágiles serpientes musculosas están envueltas en hiedra, el agua gotea todo el anochecer de un caño oxidado; es otra forma del mismo verdor, más inmóvil y familiar, pero aquello que lo embellece es aquello que lo vuelve peligroso, como el espíritu de un estanque de peces que prende en llamas y mancilla a nuestros hijos.

A veces me seduce su identidad más primitiva: un lugar donde puedo cultivar plantas; una cocina caliente donde puedo sentarme sin ser molestado, esperando la leche y el correo, mientras el sol se alza detrás del manzano y tejidos de agua desbordada discurren por la hierba más allá de mis fronteras. A veces su sencillez es un engaño: la distancia llega en una hebra de aroma fresco entre dos cortinas, y pienso que ya estoy presente en otro lugar después de una suerte de viaje, como si se pudiera viajar a un destino que no sea éste, las afueras, donde todo está implícito: ciudad, polígono industrial, parada nocturna, bosques que emergen de entre la bruma como recién creados, lo mismo que esas flores de papel japonesas que se abren en el agua, carreteras secundarias de noche donde, por un momento, un susurrar de alas pasa muy cerca en la oscuridad, seguido de un tirón de silencio, la sensación de campos de espigas moviéndose al viento, y más allá una lámpara en una ventana donde alguien ha estado sentado toda noche, bebiendo té, recordando algo así.

*

Las afueras acumulan accidentes: libros sobre topología o nomadismo que parecían interesantes en la tienda; jardines descuidados de menta y buglosa; cobertizos llenos de fragmentos de arcilla y harapos coagulados, como el suelo de una tumba egipcia. Densos y oscuros licores permanecen años bajo las tapas de botes de mermelada y botellas de limonada, como recetas de cuentos de hadas para la invisibilidad o el amor.

El lugar no es importante; aun si los detalles son seductores, la noche es lo que importa: la constante de la noche en Chantilly o Cherry Hinton, una noche que podría poblarse con criaturas de Grunewald o Richard Dadd pero que se revela, en cambio, como una hermandad siniestra y juguetona de objetos cotidianos: céspedes mojados, setos en penumbra, gatos que caminan por el borde de los muros y carpas gordezuelas y silenciosas en estanques que parecen pintados por Hiroshige; el aroma del tabaco de Virginia, el dulzor de mi propia boca, una calidez moviéndose en mi piel, una sensación en mi cuero cabelludo de estar emergiendo, ahora y siempre, a la superficie del instante.

Me despierto de noche y oigo a alguien moverse en la oscuridad, cerca de la cama, o veo, con bastante claridad a la luz de la luna, a un delgado, malicioso o alegre niño que una vez fue mío pero que ahora se ha ido a colaborar con el ser de esos ángeles carroñeros que embrujan las afueras, indiferentes a la noción de que este espacio, con sus puertas cerradas con llave y sus persianas bajadas, pertenece a mi sencilla idea de orden, que no es más que una noción de riesgo valioso y calculable.


de Common Knowledge (Conocimiento comunal; Secker & Warburg, 1991)

trad. J.D.

martes, septiembre 30, 2008

respuesta de mireia sentís

M.S.: Como no soy poeta, respondo con una traducción mía de un poema de Staceyann Chin, poeta chinojamaiquina.


Tanto por decir
y el tambor sigue
golpeando en mi cabeza

Tanto por decir
y el tambor sigue
golpeando en mi cabeza

Tanto por decir
y el tambor
golpea mi cabeza

Tanto por decir
y el tambor golpea

Tanto por decir
y el tambor

Tanto por decir

Tanto
Tanto

Y el tambor
el tambor
el tambor

jueves, septiembre 25, 2008

recordatorio

Unas líneas tan sólo para recordaros (una vez más) que este próximo martes día 30 tendremos en el Círculo de Bellas Artes al poeta alemán Reiner Kunze. Si estáis en Madrid o alrededores, es una estupenda oportunidad para disfrutar de un gran poeta...

para mireia sentís

Las esquinas son su puerta. Donde dos muros se cruzan, ella encuentra una salida.

miércoles, septiembre 24, 2008

martes, septiembre 16, 2008

agradecimiento y recuerdo

Estoy realmente conmovido con la respuesta que La vibración del hielo está teniendo entre algunos amigos blogueros. Ahora es Antonio Rivero Taravillo, enorme traductor, actual biográfo de Cernuda y tal vez la persona que más sabe entre nosotros de literatura celta (y de all things Irish en general), quien dedica unas cariñosas líneas al librito. Muchas gracias, Antonio. (No os perdáis, por lo demás, el relato de su impagable viaje "cernudiano" a Estados Unidos.)

Mi recuerdo es para Álvaro Valverde, víctima de la estulticia con que de nuevo se manejan los asuntos culturales en nuestro país. No sé yo si está Extremadura (si está ningún sitio) para prescindir de una persona de su categoría al frente de la Editora Regional. Digo categoría personal; la otra se sobreentiende. Y qué maneras de hacerlo, además. Me consuelo leyendo Desde fuera (Tusquets), su más reciente libro de poemas. Un libro de madurez, de espléndida madurez. Pienso que ahora, quizá, Álvaro tenga más tiempo para escribir los poemas que sus lectores necesitamos leer. Porque sí, regresar cada poco a ciertos poetas es una necesidad. Yo confieso mi dependencia de la escritura ceñida, precisa, clara y profunda a la vez, de Álvaro Valverde. Este libro se ha hecho esperar, pero me ha devuelto la emoción con que leí en su día Una oculta razón, el libro que me lo descubrió y que sigo prefiriendo, sin duda por razones sentimentales, entre los suyos.

lunes, septiembre 15, 2008

reiner kunze / cba


Conocí la poesía de Reiner Kunze hace casi diez años, en la primavera de 1999, durante un viaje de una semana a Leipzig, Weimar y Jena. Fui allí a leer poemas gracias a la invitación de Rafael-José Díaz, que era entonces lector en la Universidad de Leipzig y que organizó un estupendo ciclo de lecturas poéticas titulado –si no recuerdo mal– Sonnenworte, literalmente: palabra de sol, o palabra solar. Un hermoso título que además rubricaba el sol espléndido, de primavera nórdica, del que disfrutamos durante mi estancia. Un sol que borró muchos de mis recuerdos –bastante más sombríos– de la visita que había hecho a aquella ciudad nueve años antes, en el verano de 1990, poco después de la caída del Muro.

Recuerdo haberle preguntado a Ines Griebel, alumna de Rafael que se encargó de la ingrata labor de traducir mis poemas, si podía recomendarme a algún poeta alemán contemporáneo. No dudó: dijo el nombre de Reiner Kunze, y poco después me puso en las manos uno de sus libros más recientes. Sobre la marcha fue traduciendo con su mejor español algunos poemas y me sorprendió, ya entonces, la capacidad de síntesis de Kunze, la fina ironía con que en pocos versos era capaz de sintetizar un recuerdo, una visión personal, una toma de partido ante las cosas. Uno de aquellos poemas –lo recuerdo bien– era “Huyendo del ambiente literario”, un prodigio de elipsis y buen humor –casi un aforismo– que dice así: “Ellos no quieren tu vuelo, / quieren las plumas”. Aquellos dos versos terminaron de convencerme.

Quedamos, entonces, en traducirlos juntos: ella me iría enviando versiones literales con aclaraciones y comentarios que me permitieran captar los matices y ambigüedades del original, y yo los iría reformulando en el español más sintético y cortante de que fuera capaz. Y así estuvimos algunos meses, hasta que me di cuenta de los peligros de aquel trabajo. Yo no sabía alemán, y mi ignorancia me coartaba, me impedía moverme con libertad a la hora de jugar con las palabras, de ensayar alternativas en español. Creo que si hubiéramos podido reunirnos en persona cada cierto tiempo todo habría sido más fácil. Pero el diálogo era por carta, y así me resultaba difícil avanzar con la continuidad necesaria. Así que, finalmente, lo dejamos correr, no sin haber traducido un puñado de poemas de su libro auf eigene hoffnung, publicado (sigue en catálogo) por Fischer Verlag en 1981.

Viene esto a cuento porque hemos conseguido invitar a Reiner Kunze a leer poemas aquí en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes. Será el martes 30 de septiembre a las ocho de la tarde, en la Sala María Zambrano. Se cumple, pues, un viejo deseo personal, y la posibilidad de escuchar en público a uno de los grandes poetas alemanes actuales. Un poeta poco conocido entre nosotros, eso sí, aunque Jesús Munárriz y Jaime Siles, entre otros, le hayan traducido con fortuna. Siles, precisamente, acompañará a Kunze en la mesa y, además de presentarle, leerá sus traducciones de los originales alemanes. Así que, a modo de anuncio publicitario, copio la nota biográfica que hemos colgado en la página web del CBA, así como una selección de los poemas que Ines Griebel y un servidor tradujimos en su día y que definen a la perfección la mezcla de lirismo y fina ironía de Kunze, esa sutileza con que se acerca a lo más cotidiano para alumbrarlo desde un ángulo inédito. Buen provecho. Y, si vivís en Madrid o alrededores, no dejéis de acercaros. Valdrá la pena, seguro.


Reiner Kunze nació en Oelsnitz (macizo del Erz, región minera alemana) en 1933. Pese a sus orígenes modestos, estudió Filosofía y Periodismo en la Universidad de Leipzig, donde se dedicó un tiempo a la docencia. Sus primeros poemas vieron la luz en 1953 en la revista Neue Deutsche literatur, y seis años después, en 1959, apareció su primer poemario, Vögel über dem Tau [Pájaros sobre la escarcha].

Su descripción crítica de la vida cotidiana en la República Democrática se dio a conocer en 1976 en la República Federal; esa breve obra en prosa (Los años maravillosos, Sudamericana, 1979) tuvo un éxito arrollador, pero hizo insostenible su permanencia en la Alemania Oriental. Su obra ya no se editaba allí, y sólo podía leer sus poemas en público con grandes dificultades. En 1977, tras aprender un oficio, emigró a Alemania Occidental.

Entre sus libros de poesía cabe destacar Widmungen (1963), Auf eigene Hoffnung (1981), Gespräch mit der amsel, frühe Gedichte (1984), Eines jeden einziges Leben (1986), Ein Tag auf dieser Erde (1998) y Lindennacht (2007). También es autor de narraciones infantiles como El león Leopoldo (1970) y El gatito (1979).

Ha traducido al alemán la obra de diversos poetas checos, entre otros la de Jan Skácel.


Poemas

VIAJE NOCTURNO

Desde una luz que avanza, dirigirse
hacia una luz

Hacia la posibilidad de una luz

Hacia el interruptor
que nadie ha de tocar

Bajo su lámpara
tú duermes



EXCUSAS TRAS EL VIAJE
¡Nada de alcohol!
(mi mujer, en funciones de médico)


1

Sin excepción, el hígado se abstuvo
de cerveza en Pilsen

Dio un traspié
en los viñedos de Melník (le persuadieron los recuerdos

de aquel diluvio
que fue nuestro primer techo)

En una bodega de Znaim, junto al bramido
del tempranillo, rompió
su matrimonio de conveniencia con el agua (ya sabes, la luz
de Moravia, la luz del sur, la vieja
celestina)


2

Perdóname tu soledad el día en que muera
antes: la garganta, comprendes, la garganta, la hermana seca
del hígado...



PÁGINA DE UN DIARIO DE 1974
para Karl Corino

1

Lo selvático podría estar
en mí

(Ya no te amenazan
todas las hachas

Una vena de agua
bajo las raíces)


2

Mas yo no quiero corear
por ley

(Más bien extender nuevas ramas, resistir
el hacha

Más bien las varas de zahorí de las raíces
ramificarme a cada instante)



MOTIVOS PARA GUARDAR EL COCHE
¡De nuevo en el garaje!
(mi hija, al mirar el escritorio sin nadie)


Son las
grandes distancias, hija mía

Las distancias
de una palabra a la otra



CONVALECENCIA

Hagamos, corazón, un trecho del camino
con las zarpas de un gato

Bastan algunas piedras, que las uñas
se afilen en ellas amablemente



CARDO ESTRELLADO

Apretarse
contra la tierra

No hacer sombra
a otros

A la sombra de los otros
brillar



EL DESFILADERO EN LAS MONTAÑAS

Se despeña el arroyo desde la altura, el monte
muestra el abajo

La dirección, que pesa en nosotros, los vivos



LOS GRANDES PASEOS

Los grandes paseos, en los que no
recogemos nada

Siempre la mano del otro va contigo



A UN ACTOR QUE PIDIÓ PROLONGAR SU PAPEL

Nadie nos prolonga nuestro papel
en la vida

Debemos representarlo bien, bien

Aunque sea mudo



DONDE VIVIMOS
para Félix, mi nieto

Donde al alba el canto del gallo
apenas si domina
los coches del valle

apenas

Ven a apoyar al gallo



ERASMO DE ROTTERDAM

Él sabía lo que saben los puentes: unen
sobre el agua lo que bajo el agua
está unido

Mas una orilla fue ciénaga,
la otra fuego



MOTIVO ANTIGUO

Si el cuerno de caza resuena,
ponerse de lado de la jauría

Si el salvaje está muerto, los cazadores tienen
buena memoria



ASTRONÁUTICA EN EL COCHE DEL INVITADO

Aún no debemos volver a tierra, aunque
nos adherimos a ella

Aún el último objetivo de la cámara
no ha sido revelado

La noche nos adelanta al vuelo, la foto de llegada
será la que decida

En los parabrisas hay alas
de diminutos ángeles muertos



POSIBILIDAD DE ENCONTRAR UN SENTIDO
para M.

Por los desgarros de la fe reluce
la nada

Mas ya el guijarro
toma el calor
de la mano



PAGINA DE UN DIARIO DE 1975
Karlsbad, sanatorio Thomayer

1

Imágenes aún de obras abandonadas
tras el párpado cerrado: tierra levantada
como una pregunta cuya respuesta nadie sabe, como
si la confianza la levantara
sobre el movimiento de la tierra

Alguien –el único, parece– se dedica a cubrir
una de las seis torres en forma de cebolla
de la iglesia rusa

Mi siesta es una delicada chapa de cobre
bajo su martillo


2

Así despierta el proletariado
a los poetas que duermen y que a veces

deben dormir



GALLOS JÓVENES

Llevan en sus gargantas
pequeñas rupturas que dispersan sus tonos
por el prado

Tonos que cortan cristal

Los gallos jóvenes cantan sin descanso

En las noches de calor
cuelgan de la percha
con sus picos abiertos



VERANO EN L.

La repartidora limpia el buzón del pueblo
quiere darle el resplandor de la esperanza
en una carta

Las vacas tendidas se atornillan las orejas
como helicópteros,
sin levantarse del suelo
siquiera un milímetro

El ratonero traza círculos
sobre la sangre



HECHOS

1

Gamberros embriagados habrían buscado
la provocación, informó por la mañana
la agencia de prensa de la capital

Uno se quemó
en público

Quien quiera controversia que
queme alcohol


2

Se ha conseguido restablecer el orden
entre la población, informó la agencia de prensa
por la tarde

Quien quiera controversia la pertenencia
de los paracaidistas a la población



AMULETO MONTAÑÉS
contra las heridas externas e internas

En los pedreros
saltar

o bien huir


traducción de Ines Griebel y J.D.

jueves, septiembre 04, 2008

lectura de josé carlos díaz

José Carlos Díaz ha dedicado una generosa entrada a La vibración del hielo en sus espléndidos y más que recomendables Diarios de Rayuela (incluidos desde hace meses en la columna de enlaces). José Carlos es otro más de esa exigua hermandad de buenos lectores con los que uno tanto comparte y tanto ha vivido, aunque sea por la vía interpuesta de los libros. En mi caso, además, con una coda nostálgica: aún recuerdo la emoción que me inspiró Velar la arena, aquel libro a cuatro manos donde leí y releí sus primeros poemas... la emoción adolescente de saber que la poesía estaba a la vuelta de la esquina, que el poeta podía ser un vecino o un amigo o alguien con quien uno se cruza por la calle sin ceremonias, no un nombre lejano y enigmático en la portada de un libro. Obrigado, amigo.